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Ritos de paso

'Interviú' 2.000

Que una revista llegue cada semana a los quioscos es hoy en día un milagro (también lo es que existan quioscos) Que lo haga desde hace treinta y ocho años, doble milagro. Que mantenga como bandera el espíritu del reporterismo periodístico más osado, triple. Que lo complete con la estética fotográfica del desnudo en un país a punto de volver a entrar en el convento y aplicarse cilicios y otras perversiones, ya no es milagro sino lucha y empeño. Hace poco la revista Interviú alcanzó su número 2.000 y para celebrarlo, sacó también a los quioscos una revista conmemorativa especial que pronto se convertirá en incunable: una joya recopiladora de casi cuarenta años de reportajes, exclusivas, entrevistas, primeras firmas y preciosas portadas, puro periodismo. Ahora que vivimos el sarampión de la inmediatez, que implica quebrar uno de los principios sagrados de la actividad periodística, contrastar, lo que a su vez lleva a algunos medios a dar como noticias lo que sólo son rumores o estupideces varias, el trabajo de los reporteros de la redacción de Interviú adquiere un valor singular. Se me podrá acusar de escribir de parte, pues tengo el honor de colaborar cada semana en la revista con una columna de opinión sobre el mundo de la comunicación, precisamente. Pues sí, escribo de parte pero estoy convencido de no equivocarme. Pocos medios pueden presumir de haber destapado escándalos y corruptelas en todos los ámbitos y contextos de la condición humana. Entre otros, por citar uno reciente y vivo, la revista Interviú fue el primer medio de comunicación que habló de la trama Gürtel cuando esta todavía ni se llamaba así, y la siguió investigando con detalle, y seguirá haciéndolo y aportando nuevas e interesantes informaciones. Como dijo el director de la revista, Alberto Pozas, en una reciente entrevista en el programa de Andreu Buenafuente en la Sexta, Interviú es una especie de instagram de la corrupción. De eso y de todo lo que se mueve entre los poderes y los poderosos y que al ciudadano se le pretende ocultar. Si el periodismo es algo en una democracia, es control y vigilancia para que no se produzcan desmanes. Pocos medios parecen tener claro esta divisa en los tiempos en que la velocidad de los ciento cuarenta caracteres se lo come todo. Los colegas de Interviú sin embargo conocen bien el sentido de su trabajo. Felicidades y a por otros dos mil números.

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