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La lituana errante

Conocerán por una irreverente pregunta que han hecho los socialistas a los populares que existe una muchacha que ha viajado en nombre de Gran Canaria a los más recónditos rincones de nuestro planeta para, en fin..., pues para viajar a los más recónditos rincones de nuestro planeta, que no es poco.

Ella es Kristina Cernousovaite, exacto, de los Cernousovaite de toda la vida de Lituania Alta, con su fantasía Coordinadora de Relaciones Externas del Cabildo, que es como se debe bautizar un traje a medida de este tipo para ponerse uno en modo garbeo.

Si me guardan el chascarrillo les chivo que los socialistas del Cabildo son de natural algo rústicos. Son numerosos los documentos gráficos que nos hacen llegar a redacción con primitivos selfies de sus giras por el interior de la isla, antier alongados con asombro a un molino de gofio en San Mateo; hoy supervisando una cantonera de la Heredad en Firgas; y mañana palpando papaya en una huerta moganera, lo que nos ilustra de las lacerantes limitaciones interplanetarias de los componentes de este grupo de izquierdas, prebolivariano y protoecologista que, por tanto, no comprende en su tino cómo una persona en el transcurso de una única vida puede dedicar 40.000 euros de dinero público, más sueldo, en colmatar la puerta de la nevera con imanes de lugares tan exóticos como Azerbayán o Guinea Conakry.

Pues bien, Cristinova Chernususkaya lo ha hecho posible, toma, recorriendo a pesar de su juventud más kilómetros que Magallanes antes de estirar la pata a manos del indígena filipino Lapu-Lapu en su circunvalación a la Tierra, en un periplo que ha llevado a nuestra lituana errante desde China hasta Ayacata, de Senegal a Barranco Hondo, de Lituania al Chorrillo, y así hasta un sinfín de hitos geográficos básicos para nuestro bienestar y que no caben en esta tirijala. Todo ello, insisto, en nombre del pueblo llano, desde murgueros de a pito y comparseros que caminan patrás y caminan palante hasta menceyes y otros adelantados próceres de nuestra sofisticada sociedad, colectividad que si bien aún no nota los beneficios de esta égira, porque todavía es pronto, con el tiempo los apreciarán cuando encuentre a un azerbayano peludo acampado en su cuarto pileta.

Y que si a Colón se le dotó de placa por llenar la cantimplora en el Oasis, levántese pues un BIC por donde Riangatourlova sollase, tanto en esta bendita tierra guanche como en todos lares que del mundo son, amén.

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