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Dos veces breve

La camisa rebelde

Para Bruselas, la camisa por fuera del pantalón de Verufakis no será la enfermedad, pero sí un síntoma. Da igual que en realidad sea tan australiano como griego, o que haya enseñado econometría en la Universidad de Essex, lo que cuenta es la camisa por fuera, un vicio que resulta más grave aún teniendo en cuenta quién es de veras (si fuera un descamisado todavía se podría tolerar). El mensaje de Varufakis está claro: podemos apretarnos el cinturón, pero que al menos no se vea. Llegados a este punto, Varufakis, que ni por fuera ni por dentro debe de tener un pelo de tonto, podría amagar con un trato: yo me meto la camisa por dentro y vosotros soltáis los 1.900 millones de euros que le hacen falta a Grecia para llegar a fin de mes. Creo que en Bruselas funcionaría, pero el problema está en que nada más pisar Atenas con la camisa metida habría una manifestación para devolverlo a Australia.

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