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El análisis

La Tormenta perfecta

El director de Google Enterprise para España y Portugal, el canario Isaac Hernández, decía hace un par de semanas en Las Palmas de Gran Canaria que el software se está comiendo el mundo, y que nos encontramos en medio de una "Tormenta Perfecta".

Técnicamente, una tormenta perfecta es un fenómeno meteorológico poco habitual que crece con rapidez extraordinaria, y que levanta la furia del viento y del mar; una ciclogénesis explosiva. Es una gran agitación; un proceso brusco y radical.

Evidentemente, el responsable de desarrollar y dirigir la estrategia de la división para empresas de Google en la Península Ibérica, Ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid, no se refería a un fenómeno meteorológico adverso. Se refería, claro, al conjunto de temores, incertidumbres y retos del futuro inmediato. Se refería a la forma en la que nos están impactando los cambios tecnológicos; los cambios que están impulsando un proceso de modificación en la forma de organizarnos y relacionarnos las personas. Una transformación de triple vertiente, donde se combinan el Big Data, la Nube y la movilidad y las redes sociales.

Más de 3.000 millones de personas estamos conectadas a Internet, y disponemos de una tecnología que en la mayor parte de las ocasiones es más potente en nuestro ámbito privado que en el profesional. Más allá de los soportes tecnológicos sobre los que operemos, o de la invasión masiva del software, nuestros registros digitales nos empoderan como consumidores y como prosumidores. El conocimiento, la movilidad y el acceso a un inmenso volumen de datos nos afectan como clientes y como trabajadores; tenemos cosas que decir, cosas que aportar; cosas sobre las que decidir.

Estamos probablemente, ante la consolidación de la tercera gran revolución industrial. Tras la máquina de vapor, y la generalización en el uso de la electricidad, la Sociedad de la Información y el Conocimiento, sustentada en el desarrollo y la generalización de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, impregna y transforma los procesos económicos, las relaciones sociales y los soportes culturales. Nos enfrentamos a un mundo nuevo.

El Big Data o la generación, análisis y aprovechamiento de grandes cantidades de datos será un recurso tan importante como el petróleo, la electricidad o el agua durante este siglo, así lo aseguraron especialistas de IBM, del MIT y del Tecnológico de Monterrey. "El Big Data es como un recurso natural, es como el petróleo. Y en el futuro, los datos serán un recurso que todos vamos a utilizar. Servirán para mejorar la medicina, la educación y comunicaciones, entre otras", explicó Marisa Viveros, vicepresidenta de Estrategia y Desarrollo de Negocios para la industria global de telecomunicaciones de IBM, en el marco del Big Data & Analytics Experience, congreso organizado por el Tecnológico de Monterrey. "Esos datos serán esenciales en todo lo que nosotros hacemos. Eventualmente, serán tan esenciales como el petróleo o el agua", argumentó la especialista.

La gestión adecuada del Big Data permite a la empresa posicionarse mejor ante sus clientes y anticiparse a sus competidores. El análisis de la información y la democratización de su gestión abre la puerta a nuevos negocios.

El otro gran eje es La Nube. A diferencia de cómo había venido ocurriendo hasta el momento con el "hosting" tradicional, ahora los datos se albergan en infraestructuras bajo demanda, lo que permite la generalización de su uso. La Nube se ha convertido en la piedra angular de la transformación digital. Su flexibilidad y escalabilidad es casi absoluta; favorece el cambio y la adaptabilidad; posibilita la ubicuidad y multicanalidad. El uso de la Nube hace posible la movilidad no sólo de los datos sino de las personas, cambiando los entornos de producción. Durante el tercer trimestre de 2015 se vendieron 355,2 millones de smartphones; un 6,8% de incremento respecto al mismo periodo del año 2014, según la Consultora IDC.

Todo apunta a que la Nube será el pilar principal de la transformación digital de las empresas a lo largo de los próximos años. Mejorando la productividad, reduciendo costes y facilitando la movilidad de los empleados, mejorando la relación con los clientes e innovando en los negocios. Los estudios de tendencias permiten vaticinar que el 75% de los proyectos Cloud que se desplieguen los próximos años serán sobre infraestructuras de Nubes Híbridas, para agilizar el proceso de toma de decisiones y acortar los tiempos de llegada al mercado.

Las redes sociales, el tercer pilar del que hablaba Isaac Hernández lo han inundado todo. Redes de amistad, de contactos, de negocios; redes profesionales, redes verticales; redes que conectan, modifican hábitos de producción y consumo y cambian la forma de relacionarnos. Un estudio realizado por Hotwire, en los cinco continentes, sobre Tendencias de Comunicación para el año 2016, nos confirma que preceptos imperantes hace apenas cuatro años quedan totalmente desfasados. Ofrecer un buen producto ya no es suficiente para fidelizar un cliente. The New York Times Insights ha llevado a cabo recientemente un estudio en el que nos aporta las cinco razones por las que las personas compartimos en las redes sociales:

1. Para aportar un contenido valioso y/o entretenido a nuestros contactos.

2. Para definirnos ante los demás.

3. Para hacer crecer y nutrir nuestras relaciones.

4. Para lograr una realización personal.

5. Para difundir mensajes en torno a causas o marcas.

Y en medio de la Tormenta Perfecta, el Machine learning y la Cultura Colaborativa. El aprendizaje automático, conseguir que las máquinas actúen sin haber sido expresamente programadas, avanza a una velocidad máxima. Vehículos que se desplazan sin conductor, reconocimiento práctico de la voz, búsqueda efectiva en la web, o un mejor conocimiento del genoma humano son posibles gracias al aprendizaje automático. Utilizamos sus recursos a diario casi sin darnos cuenta; y casi sin darnos cuenta avanzamos hacia la implantación de la Inteligencia Artificial y del Internet de las Cosas (IoT). Cada día mayor número de objetos son capaces de sensorizar, monitorizar y gestionar datos de su entorno de forma automática, disponibles a través de la red. El impacto es exponencial en la salud, la ayuda a la discapacidad, los sistemas de transportes o el desarrollo de las ciudades inteligentes. De tal suerte que se prevé que el gasto que produce esta industria crecerá a un ritmo del 17% anual hasta el 2019, moviendo un importe de 1,18 billones de euros en ese año; siendo el sector industrial y el de transportes los dos grandes catalizadores, junto al ámbito de los seguros, la salud o el mercado de consumo.

El número de dispositivos conectados crecerá un 30% respecto al año 2015, hasta alcanzar los 6.400 millones de objetos; 5,5 millones de objetos se conectarán cada día. Manteniendo la tendencia, en el año 2020 existirán 20.800 millones de dispositivos aplicados al Internet de las Cosas.

La reflexión que ahora debemos abordar es, en Canarias, ¿cómo gestionamos el tránsito de las organizaciones y las personas, en medio de una Tormenta Perfecta, hacia ese escenario que ya nos ha invadido? ¿Y cómo gestionamos el talento?

(*) Miembro del Foro Catpe Gran Canaria

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