La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¡Tora tora! o ¡arriba d'ellos!

Yo no sé exactamente qué será eso del "¡Tora Tora!" que gritaban los japoneses cuando ganaron una de sus batallas en la última guerra gorda, pero me está dando a mí que es algo parecido al "¡arriba d'ellos!" que gritan o mascullamos entusiasmados desde el Estadio Gran Canaria, la playa, los pueblos, el puerto o Triana cada vez que, entre su todavía maltrecho césped o en cualquier otro donde juegue la UD Las Palmas, se abre el capullo de la victoria o aparece la promesa del buen juego.

Es un placer que nadie elude. Alguna ocasión de comprobarlo tuvimos ya en esta temporada en la que nadie negará que hubo visos de promesa con lo que ya se hizo. O sea: preocupar a colchoneros y culés en los primeros partidos; asustar quitando puntos a celtistas y valencianistas; quebrar por partida doble (Copa y Liga) a la Real Sociedad; dejar al Betis sin el fandanguillo de Rubén Castro (el 'platanito' canario como diría el míster grande con futbolistas pequeños como era Paco Castellano) aunque esta vez lo que mató al bético fue el juego y el súpergol en los últimos segundos conseguido por el brasileño de Willian José; y finalmente crucificar al Granada sacándole tres puntos, metiéndole cuatro goles y recibiendo a cambio tropecientas faltas y dos lesionados (involuntarios, por supuesto) a consecuencia del desespero por esos puntos que nadie sabe si al final pueden ser precisamente los que den o quiten la permanencia.

Lo que va escrito es, como se aprecia, poca cosa pero, ya digo, son signos de esperanza encendida que relucen al ganar.

Por supuesto que me reservo explicar qué pasa si no se gana, sino que se pierde o empata, porque por eso, antes de que se le ganara al de la Alhambra ya había quien nos veía aspirantes a uno de los tres cajones que hay preparados para los que no lleguen a resolver los problemas que todos tienen, cada cual en su tipo de vida, que a mi parecer son:

1.- Los ricos que para subir al cielo se lo arreglan con dinero.

2.- Los que perviven con gente de medio pelo más baratos y aguantando temporales.

Y 3.- Los que se autonutren con lo que salga vendiendo joyas, sustituidas por otras de hojalata para ir tirando.

Es, más o menos, lo que hay a grosso modo.

Visto así el asunto lo que queda para la afición son las ilusiones desde las que pueden ver cómo tres de los menos grandes se ahogarán sin solución hasta en un pequeño charco por no saber nadar.

Situación peligrosa si encima, entre ellos, no caben las vergonzosas coaliciones en que se juntan varios jeringando a otros, ya que para pervivir en este baile deportivo, en vez de juntar minucias lo que se exige es trabajar, saber y tener? corazones bien plantados.

Es lo que viven ahora los seguidores con ilusión. Hace unos días estudiaban cómo sortear los senderos que llevan al cajón y ahora, después de ganar al Granada y apenas atisbar el horizonte por esa rendija abierta... ¡hala!, a aprovechar la racha gritando, sino el "¡Tora, Tora!" guerrero, sí el no menos combativo "¡arriba d'ellos!" del deportista canario para arrasar frente a más rivales seguro que sin pensar que los inmediatos son el Athletic en su estadio nuevo, y seguido, en el mismo norte, sin sacudirse el verdín del sirimiri ni quitarse las botas de agua, pasar al Eibar en partido ya de octavos de final de la Copa del Rey.

Lo que quizá sí piensen, como modestos que son, es en la corta frase "fútbol es fútbol", que justifica como normal lo más difícil.

De todas formas se trata de visitar a una pareja de baile atravesado en el que te puede pisar los callos sin lamento. Lo que sí produciría lamentación es que en la fogalera del rabioso intento se lesione algo fundamental y, con esto de un partido cada cuatro días, recibiéramos cojos al Málaga, porque en ese partido también pueden estar los tres puntos del Feliz Año Nuevo.

Compartir el artículo

stats