El cine está asumiendo un papel protagonista en Canarias, tanto en lo artístico como en lo económico. A los rodajes que acoge el Archipiélago, cada vez más consolidado como plató para producciones nacionales e internacionales por los extraordinarios y diversos escenarios naturales que ofrece -desde bosques subtropicales de laurisilva a desiertos de arena-, las horas de luz disponibles -ningún otro territorio europeo iguala al canario para rodar con iluminación no artificial- y los incentivos fiscales -20 puntos de diferencia en la deducción por inversiones respecto a la Península- se suma la próxima celebración de una nueva edición del certamen filmográfico de Las Palmas de Gran Canaria, que se está rearmando tras la austera travesía de ediciones anteriores impuesta por la crisis. Un protagonismo con, además, un refrendo del buen hacer artístico: hasta siete largometrajes con acento canario aparecen en las nominaciones de los premios Goya.

La proliferación de rodajes en las Islas durante los últimos años -de las cinco películas rodadas en 2012 se ha pasado a 18 en 2015 (una superproducción, once largometrajes, cinco series y un documental)- es una realidad que traspasa las fronteras nacionales, uno de cuyos principales promotores es el embajador de Estados Unidos en España, James Costos, exdirectivo de HBO, la productora de Juego de Tronos. Costos se ha preocupado por ofertar Canarias ante los grandes estudios de Hollywood y difundir las ventajas fiscales de las Islas para la producción cinematográfica. De saber aprovechar bien estas singularidades y ventajas, Canarias opta a convertirse en uno de los platós internacionales para las producciones audiovisuales: se fomenta el turismo, genera ingresos, recauda impuestos y da empleo. "El negocio es redondo y evidente", como ha expresado el presidente de Canarias, Fernando Clavijo.

Estos días se filma en el sur grancanario El Titán, una historia de ciencia ficción protagonizada por Sam Worthington, protagonista de Avatar, y Taylor Schilling, personaje central de la serie Orange is the new black, pero antes el plató natural canario ha visto a los dinosaurios dominar la tierra en Maspalomas y a la gran ballena Moby Dick infundir su terror blanco en aguas de la bahía de Las Canteras. Fantasías futuristas, recreaciones históricas, vertiginosos thrillers o trepidantes filmes de acción han recurrido a las soluciones visuales que ofrece el paisaje de las Islas para enmarcar sus historias. Ahí está también el rodaje de El faro de las orcas, que Fuerteventura se prepara para acoger a partir del próximo día 22 y que transformará las tierras majoreras en un remedo fílmico de la Patagonia argentina. La cinta, dirigida por Gerardo Olivares, y con Maribel Verdú y Joaquín Furriel en los papeles protagonistas, tiene precisamente en la fuerza poética de la naturaleza, uno de sus mejores argumentos de seducción.

Consciente del negocio, la repercusión turística internacional y las ventajas -fiscales, económicas, turísticas y laborales- que ofrecen las producciones cinematográficas, el Gobierno canario ha presentado esta semana una marca única, Canary Island Film, una sociedad para promocionar las Islas en los mercados -nacionales e internacionales- como destino de rodaje. Un solo paraguas para vendernos como una identidad propia cinematográfica en el exterior, que debería cristalizar en la maduración de un sector audiovisual versátil y capaz de responder a los distintos requerimientos profesionales que conlleva una producción cinematográfica, y que, por fin, agrupa bajo una misma denominación a instituciones públicas y organismos privados: Gobierno, Zona Especial de Canarias, los cabildos y sus Film Commissions, y las empresas integradas en el denominado Cluster Audiovisual Canario, Esta nueva etapa que comienza a surgir da motivos para desperezar todo los sectores y actividades vinculadas con el séptimo arte en las Islas.

El Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria arranca su 16ª edición el próximo 4 de marzo con una gala que, por primera vez en su historia, acoge el teatro Pérez Galdós, bajo la dirección de Elio Quiroga y con el músico Michel Camilo como artista principal.

Muy atrás quedan las fastuosas primeras ediciones, decantadas hacia el brillo de las grandes estrellas y la proyección mediática. Tras el desplome presupuestario impuesto por la crisis, el festival se vio obligado a bajar el diapasón del glamour y centrarse en una programación diferente que le permitiera ofrecer una programación propia entre la marea de convocatorias similares que se programan durante estos meses en otras capitales españolas y europeas.

Asentada en estas ediciones de transición una voluntad prospectiva de las nuevas producciones de cine independiente, el festival puede y debe ir recuperando poco a poco presupuesto, ambición y compromiso con el sector en las Islas. No se trata a estas alturas de volver a los viejos fuegos de artificio, algo que en todo caso descartan sus responsables, sino de que el certamen sea capaz de hacer valer su experiencia y conocimientos para interactuar en el ecosistema cinematográfico que va surgiendo en las Islas. La celebración de talleres profesionales y el mayor compromiso con la producción local parecen apuntar en esa dirección.

Un último dato, revelador y convincente, para los incrédulos o recelosos de que la cultura sea incapaz de producir riqueza: las producciones cinematográficas dejaron el año pasado tres millones de euros mensuales en las Islas. El cine, la producción audiovisual, siendo un entretenimiento es también una de las industrias que más dinero mueven en el mundo. Y Canarias está llamada a asumir un papel protagonista.