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Dos veces breve

Puestos a comparar

Tal vez lo que alimente la secreta pasión de algunos votantes socialistas de media edad por el tándem Sánchez-Iglesias sea su memoria infantil o juvenil, cuando Guerra cabalgaba fusta en mano a la grupa de un glorioso González, pues los buenos tiempos marcan a fuego y su pérdida deja una cicatriz indeleble. Ahora esa cicatriz les provocaría un estimulante picorcito. Desde luego Sánchez no es González, pero Iglesias tampoco es Guerra.

No sublimemos el pasado: es posible que Iglesias tenga más teoría política que Guerra a su edad, no le vaya a la zaga en capacidad de comunicación, sea igual de fiable en asuntos tales como la unidad de España y no tenga más peligro que el de Sevilla para el sistema económico. Sin embargo a Iglesias le sobraría impulsividad o le faltaría templanza. Frío, duro, templado, impenetrable, aquel gran jugador que fue Guerra no tenía parangón ante el tapete.

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