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La que se avecina

Los Bots

Pronto casi todo va a estar asistido por inteligencia artificial, desde manejar el auto hasta cuidar la casa", dice Ariel Torres en su columna en La Nación de Buenos Aires, 15 de agosto, y dice bien.

¿Pero quiénes harán esas tareas, manejar el auto, cuidar la casa, y demás? Pues las harán los bots. ¿Qué son los bots? Así es como se llama ahora, para abreviar, a ciertos robots. Dice Torres: "bots es una manera corta de llamar a robots que son por ahora sólo de software e interactúan a través de lenguaje natural" y continúa: "...es un programa capaz de realizar acciones que pueden y suelen realizar las personas. Para esto se pueden valer de lenguaje y, como característica diferencial, tienen capacidad de aprendizaje".

Todo está cambiando. ¡Y cómo! No nos damos cuenta de los cambios. Goethe -¡luz, más luz!"- ni se imaginaba que unos 50 años más tarde, en vez de encender muchas velas, toda su casa se iluminaría al apretar una perilla. Ni por supuesto Shakespeare que podría ver sus comedias en pantalla, y emailear textos o usar videoconferencias. Todo cambia. Bienvenidos al mundo de los bots. Y no estén muy seguros de que yo no sea uno de ellos.

Palos por el pelo

Escándalo en París (desencadenado -valga- por Le Canard enchainé): el peluquero privado de Hollande cobra 10.000 euros al mes -pagados por todos- por su trabajo a tiempo completo. Si la memoria no me falla, Bill Clinton cuando presidente -años 90- padeció una situación similar, también golpeado fuerte por gastar tiempo y dinero en su peluquero.

Parece que a los capos les importa más lo de afuera de su cabeza que lo de adentro; la imagen, modelada por el peluquero, más que la sustancia, el producto de su cerebro.

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