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Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Un presente interminable

En La imaginación de la catástrofe, un precioso ensayo escrito en los años sesenta, Susan Sontag indagaba en las razones del éxito de las películas que narraban Apocalipsis, hecatombes y cataclismos. ¿Por qué tienen tanto éxito y se han convertido prácticamente en un subgénero?, se preguntaba la gran escritora norteamericana, deteniéndose, sobre todo, en las películas centradas en la destrucción universal por guerras nucleares o virus letales, y que en la última década, en este extraviado principio del siglo XXI, ha sido renovado por los grandes estudios de cine. Sontag respondía que los espectadores buscaban dos cosas: una suerte de expiación colectiva -porque merecemos, por nuestra estupidez como especie, una condena sin paliativos- y la reclamación imperiosa (y a la vez atemorizada) de que termine un statu quo insoportable. La única manera en que esto se transforme -viene a sentir el espectador aficionado- es que se destruya de una puñetera vez y para siempre.

Un subgénero aún más microscópico que las pelis de catástrofes es el análisis político, pero está sometido a la misma presión, entiéndase creativa o destructiva. Esto no puede ser. Esto no puede seguir así: una crisis transformada en nuevo modelo de relaciones sociales y laborales, un sistema político e institucional agotado, unas reformas que solo conspiran contra los intereses de la mayoría, unas derechas encanalladas y unas izquierdas idiotizadas incapaces de construir alternativas para evitar que la democracia se termine osificando...

Así que, pibes y pibas, se ponen en marcha las tres o cuatro mecanismos interpretativos que suelen tener nuestros sagaces analistas. Por ejemplo, por enésima vez, que CC romperá con el PSC para pactar con el PP y Casimiro Curbelo y sus mariachis. Lo que realmente intenta hacer Fernando Clavijo (más que Coalición Canaria) es construir una geometría de acuerdos y relaciones que le permita gestionar durante los próximos tres años sin excesivas hipotecas ni lastres: mantener el pacto autonómico con el PSOE y al mismo tiempo colaborar con el PP en las Cortes para que la llamada, con cierta petulancia, agenda canaria, tenga algunos resultados prácticos, por ejemplo, a efectos presupuestarios y fiscales. Y si se debe ser también particularmente simpático con el señor Curbelo pues se le sonríe y se le firman proyectos e inversiones. Eso es todo. Por supuesto, si el acuerdo con los socialistas naufraga gracias a las miserias municipales, se activará la construcción de otra mayoría, pero no hay nada más. No caerá el Gobierno. No se enfrentarán godzilas entre Tenerife y Gran Canaria, ni Clavijo comandará una horda de zombis, ni contemplaremos tampoco la capacidad de crear, consensuar y desarrollar un verdadero proyecto de reformas políticas, administrativas, tributarias, educativas y laborales en Canarias. Nos espera un presente infinitamente postergado y postergable. Hemos llegado a una eternidad posdemocrática, sin principio ni fin, y si se aburren y pueden permitírselo, solo les queda comprar un vaso de palomitas.

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