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Cronista Oficial de Guía

Guía y la conocida "Casa de Clavijo"

Ha reaparecido en distintos medios de comunicación en estas últimas semanas el tema del hallazgo en 2009 en la zona guiense próxima a la llamada o conocida como finca y "casa de Clavijo" de unos restos humanos que según los especialistas constituyen una antigua necrópolis que puede situarse entre finales del siglo XV pero muy especialmente en los comienzos del XVI. Aparecieron en 14 fosas que pertenecen, según se informó en el momento de la localización, a restos identificados como de hombres y mujeres (ocho esqueletos intactos y seis removidos) sepultados con ritos diversos que algunos catalogan como extraños. Es evidente que se trataría, como ya dijimos hace poco tiempo, de trabajadores procedentes de distintas zonas africanas que llegaron, o fueron trasladados, para trabajar en los localizados ingenios de azúcar puestos en actividad industrial de la época por los castellanos en la zona norte de la isla; en el Puerto de las Nieves de Agaete, pero principalmente en la entonces villa de Guía, como el de los Riberoles en el Ingenio Blanco y el recientemente descubierto a la entrada del barrio de Anzo conocido como el de Soleto, considerado también como el primero que se construyó en la isla porque entre los restos hallados figura una moneda portuguesa de 1481. El arqueólogo de la Universidad de Las Palmas Jonathan Santana, leemos, considera esta necrópolis guiense como "el cementerio de esclavos más antiguo del mundo atlántico, el antecedente más antiguo del que se tiene constancia de la diáspora africana hacia América".

La necrópolis, como se sabe, se descubrió hace ocho o nueve años cuando se realizaban los trabajos para un mercado agrícola que el Ayuntamiento de Guía está construyendo en el camino vecinal que conduce al barrio de la Atalaya, terrenos que lindan con la "Casa de Clavijo" (que a mediados del siglo XIX formaba una sola unidad territorial y tenía una extensión de nueve fanegadas) sobre la que resumimos su infrahistoria para despejar algunas dudas que se han vertido desde hace mucho tiempo.

En un artículo publicado en 1946 en el entonces periódico Falange, Néstor Álamo hace una recreación literaria del relato que insinúa le contó alguien alguna vez sobre el hallazgo en la llamada "Casa de Clavijo" de un libro de la famosa escritora del s. XVIII Madame de Sevigné. Dejó escrito Néstor que, según su interlocutor, "aquella casa encerraba la biblioteca familiar de Clavijo con libros que habían pertenecido a José Clavijo y Fajardo (1726-1806), entre otros", y alguna vez, incluso, hemos leído que la mansión había pertenecido al ilustre lanzaroteño cuya fama intelectual y literaria traspasó las islas y es de todos conocida. La todavía hoy conocida y llamada "Casa de Clavijo" se encuentra perfectamente conservada por el cuidado que le dedica su actual propietario. La amplia mansión de una sola planta rectangular está enclavada justo junto al viejo camino real que desde el Albercón de la Virgen conduce a la Atalaya de Guía en medio de una zona que conserva, también hoy, dos viejos topónimos: La "montaña del Calvario" y el "El Bardo". En la portada principal de entrada a la vivienda aparece colocado un escudo sin ninguna simbología ni explicación heráldica ignorada con las familias canarias, pues la bordura delata que nada tiene ver que con éstas, según un estudioso de la materia al que hemos recurrido. Se presume, nos explica, que fue colocado como adorno externo. El árbol del centro con un animal pasante se asemeja al de la familia Naranjo, y tal vez lo asimilaron al de Álamo de los Viera y Clavijo. El escudo de los Clavijo tiene medias lunas, como aparece en la bordura de este escudo, pero en dicha bordura también aparecen cruces de órdenes de Calatrava y otras simbolistas aquí desconocidas. Piensa nuestro experto que la similitud del árbol y las lunas con los Clavijo hizo adoptarlo al propietario que lo colocó. Llama la atención la especie de corona de presumibles hojas de acato que no ha sido frecuente en la armería insular y, además, la piedra donde está esculpido no parece de nuestras canterías. Se presume que es adoptado por alguien y que se adquirió en tiendas especializadas ignoramos en qué época después de la construcción de la casa.

Pero la casa aquí historiada nunca perteneció a Clavijo y Fajardo porque fue construida a mediados del siglo XIX por el tinerfeño Nicolás Clavijo y Pló, nacido en La Laguna en 1815, publicista, general de ingenieros y gobernador militar de Tenerife primero y finalmente de Las Palmas, que había casado aquí con Virginia Jaques de Mesa y Merino, hija de Juan G. Jaques de Mesa Pacheco-Solis y de Estebana Merino Ruiz de Quesada, en un solar de las casi nueve fanegadas de tierra que le habían correspondido a ésta en aquellos contornos en 1850 por herencia de sus padres. Y en aquellas tierras construyó Clavijo y Pló la mansión a partir de cuya época se la conoce hasta nuestros días como la "Casa de Clavijo", sobre la que se dice que nunca llegó a habitarla y difícilmente podría cobijar su biblioteca y mucho menos la de Clavijo y Fajardo. El matrimonio vivía en la Ciudad en la calle Santa Clara, aledaña de la Alameda de Colón.

Nicolás Clavijo, nacido como su padre en la villa de Teguise de Lanzarote, fue hijo de Salvador Clavijo de Miranda (sobrino-nieto de José Clavijo Fajardo), que vino a este mundo en 1781 y que casó con María de la Cruz Pló y Martínez de Lores, matrimonio que procreó 12 hijos, cuatro de los cuales fueron, incluido nuestro Nicolás, generales-ingenieros. No nos resistimos a recoger la nota difundida por el Gobierno de La Rioja en las redes sociales referida a Salvador Clavijo. Dice que "los genealogistas opinan que el apellido Clavijo procede de la villa así denominada" en la provincia de La Rioja (antes Logroño), de donde fue "extendiéndose a otros pueblos de España. Una rama del linaje Clavijo "moró en la isla de Lanzarote, a la que perteneció don Salvador Clavijo Miranda, Caballero Cadete de las Reales Compañías de Guardiamarinas Españolas en 1795, acreditando su nobleza".

Conocemos la evolución de la propiedad de esta casa desde la época de su construcción hasta nuestros días. Fallecida su mujer, Nicolás Clavijo heredó sus bienes y llegado posteriormente el óbito del militar en Las Palmas en 1880 dejó aquellas tierras y casó en usufructo a sus hermanas Carmen, Magdalena, Concepción y María de la Cruz y la nuda propiedad a su sobrino y ahijado el también militar Salvador Bethencourt y Clavijo, quien, porque también habían fallecido sus tías, a su muerte en 1914 hizo heredera del usufructo vitalicio a su esposa Genoveva Guesala y Matos y la propiedad a su sobrina María Dolores Bethencourt y Cisneros, hija de su hermano Juan y de Enriqueta Cisneros. En 1917 las tierras fueron arrendadas a Manuel Aguiar Rivero hasta que en 1925 Genoveva y María Dolores venden la casa y las tierras a Manuel Hernández Martín, casado con Carmen Suárez y Suárez, quien en 1948 hace donación de todos sus bienes divididos igualmente en ocho lotes entre sus ocho vástagos, correspondiendo la "Casa de Clavijo" a su hija María Dolores Hernández Suárez, matrimoniada con José de Aguilar Díaz. A la muerte de María Dolores Hernández, en el reparto de sus bienes la casona correspondió a su hijo, nuestro particular amigo, José de Aguilar Hernández, quien en la actualidad la mantiene bien conservada.

El contenido documental que conservamos respecto a esta casa es voluminoso, pero el espacio que cobija esta croniquilla no da para más.

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