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Juanjo Jiménez

LA MÁQUINA CHINA

Juanjo Jiménez

La sociedad protomurguera

Dentro del programa del Carnaval los distintos ayuntamientos destinan varios días antes de la parranda a que las murgas, formaciones multitudinarias de cantantes amateurs vestidos en El Kilo, concursen entre ellas para ver qué pasa. La historia oficial y con el fin de que no se margine a Canarias de la UE, sostiene que este fenómeno se inició como por combustión espontánea y tal, pero recientes investigaciones lideradas por el Instituto Tecnológico de Massachusetts apuntan a que todo comenzó como parte de un siniestro experimento sociológico que, con el andar de la perrita, se ha ido saliendo de madre en las últimas décadas con consecuencias imprevistas.

Los antropólogos del MIT han podido incluso recabar patrones fijos de comportamiento que han definido como protomurgueros y que los acercaría a las primitivas sociedades cazadoras-recolectoras. Son vectores como la utilización del prehistórico pito como reclamo de sus presas; mustiedad y encono ante tribus rivales en caso de derrota; alta resistencia a las inclemencias del tiempo; inmunidad frente a los patógenos derivados del extremado y prolongado uso de un único atuendo; continuo rumbiar migratorio por territorios municipales desconocidos durante semanas en busca de una mínima satisfacción grupal; y serias dificultades para expresar sus problemas con cierto tino en un tiempo limitado.

Todo ello, recalca el MIT, a pesar de los largos meses de duro esfuerzo, en un cuadrante de trabajo en el que casi abandonan a sus seres queridos, si los hubiera, y que hacen público en sus intervenciones como se deduce de los siguientes versos: "Medio año ensayandoooo, para que del escenario ya me estén enchandooo". El cuadro se completa con otras patologías como la usurpación de identidades: "Yo soy el puebloooo, yo soy el carnavaaal".

Los especialistas, para más rianga, han fijado otros aspectos basados en el lenguaje que denotan gran irritabilidad para el murguero y que los emparentarían con un atavismo ancestral y todo aquello terminado con el sufijo 'aaaal', valga como ejemplo el ya clásico el simplón del concejaaaal se va a enteraaaal, porque no nos abre el local sociaaal.

Por último el MIT trabaja en una profilaxis específica pero sin éxito alguno, de momento.

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