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Tropezones

Hacienda eterna

Del mismo modo que parece existir un consenso sobre cuál es la profesión más antigua del mundo, quisiera aventurar que una institución poseedora de equiparable veteranía bien pudiera ser Hacienda.

Veamos algunos ejemplos de rebeldía ante su tradicional voracidad impositiva a lo largo de los tiempos.

En la Inglaterra del siglo XI, Lady Godiva, abrumada por el afán recaudador de su marido el conde de Chester, consiguió su propósito de aliviar tan pesada carga impositiva sometiéndose al reto de su amo y señor de pasearse a caballo totalmente desnuda por las calles de Coventry. Es bien conocido que los súbditos del conde, debidamente aleccionados, tuvieron la delicadeza de mirar para otro lado a su paso. Salvo el famoso Tom el mirón, que no pudo resistirse a la tentación de espiar tras una persiana, por cuya desvergüenza cuenta la leyenda que se volvió ciego.

En el siglo XVIII se consideraban los imponentes y costosos espejos de las mansiones de la nobleza como un signo externo de ostentación. Por ello no tardaron los estamentos recaudadores reales en elucubrar un impuesto de lujo descomunal sobre los de mayor tamaño. Esa es la razón, y no cualquier otra de tipo constructivo o estético, por la que muchos espejos antiguos importantes aparecen partidos en dos paños más pequeños, liberados de recargos impositivos merced a tan feliz ocurrencia.

También en nuestros días la inventiva popular es capaz de articular mecanismos de defensa ante los atropellos de los variados negociados recaudadores de tributos.

Por citar tan sólo un ejemplo del siglo XX, algunos recorda-rán que los vehículos para uso profesional, del tipo ranchera o similar, las popularmente conocidas como "rubias", se veían beneficiadas de un trato impositivo muy favorable, al suponér- seles un uso distinto al de limusinas u otros coches de las clases más pudientes. Pues bien, aquí también se impuso el preventivo ingenio popular y no tardaron en inventarse unas planchas de madera primero, y de imitación más tarde, que se adherían a las puer-tas de los autos corrientes, transfigurándolos en vehículos de trabajo, y liberándolos así de los abusivos impuestos de matriculación cargados al resto de automóviles.

Son estos tan sólo algunos ejemplos de recursos utilizados por variados estamentos de la sociedad para protegerse de las insaciables apetencias de Hacienda, que les brindo aquí a título de inspiración.

Aunque sí procedería advertirles que si tienen la tentación de emular a Lady Godiva, pegándose un streaking en porretas por la vía pública, no es probable que logren ablandar a la delegación de Hacienda.

A lo más que tal vez puedan aspirar es a ver como les suben todo el episodio a You Tube, convirtiendo su iniciativa en fenómeno viral, y quién sabe si hasta en trending topic.

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