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opinión

La primera en la frente

No se sabe cuál es el final y el camino de una temporada de fútbol. No se trata de levantar o dejar boca abajo una chistera. Ni tiene ésta agujero alguno por el que espiar sobre su futuro incógnito. Se tienen que ir descubriendo los méritos de reparto hasta el final con buenos o malos tragos.

Esta vez, levantada la chistera vimos escapar el conejo de la suerte dejándonos como segura una sola conclusión: la de que el musical del pito comienza con un desafino indeseable para todos y en especial para el amarillo, no como cosa nueva sino vieja, si quieren, casual, pero vieja por repetida y a la pata coja como quedó a la media hora del primer partido con la expulsión de Halilovic que, por otra parte, era quien ponía mas ritmo al tener el balón.

Al final, insuficiente trabajo extra hasta el cansancio; solo discreción en los méritos, y la pérdida con el 1-0 anotado por Simone Zaza, de quien se conocerán muchos goles y tarjetas en el Valencia.

¡Baaah es el comienzo! Pero de la importancia de cada punto solo Dios sabe qué puede depender. Para conseguir alguno de los tres primeros fueron allá susurrando quizá la fervorosa oración de Teror. Y les faltó el "además": acierto en el empeño.

Las exigencias del próximo sábado han de ser más fuertes y visibles por cuanto se trata de la disputa más atrayente y difícil para la afición canaria.

Entre sus mayores hay quienes recuerdan los vínculos de abuelos isleños afectos a los atléticos sucesores del Aviación, cuya camisa sudaron no pocos canarios. Por eso importa tanto ganarlo. Por eso, y porque como en todos los casos lo de perder, si es en casa, resulta más doloroso porque aún siendo lo mismo, lo que da pena y a veces vergüenza no solo es que pierdas sino que dejes de ganar. Sííí, lo comprendo, es lo mismo, pero se lo digo yo para que lo sienta así conmigo. Para nosotros es distinto cuando sacamos las cuentas: que una cosa es estar mirando el movimiento de los puntos de la clasificación y otra muy distinta contarlos siguiendo el tic-tac del corazón. Es distinto... se lo digo yo. Así que menos disgustos, y ¡a ganar!

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