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el retrovisor fernando multitud

La felicidad de Pedro Guerra

La Biblioteca Pública del Estado se ha convertido en un albergue encubierto. El malestar de los usuarios va en aumento. Los sofás ha pasado a ser camas y los baños aseos públicos. Los transeúntes no tienen la culpa, pero alguien tendrá que poner remedio a la situación. Otro día hablamos del recortaje y hurto de periódico.

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