La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

WhatsApp Image 2023-10-26 at 12.03.57 PM (1).jpeg

cartas a gregorio

Manuel Ojeda

Bien, sin entrar en detalles...

Querido amigo, de vez en cuando me encuentro por la Avenida Primero de Mayo a mi amiga Margarita paseando a Clever, su perrito. La conozco desde los tiempos en que los dos trabajábamos en Iberia, y cuando la veo le pregunto que cómo está, y ella me contesta: "Bien, sin entrar en detalles..."

Mi hermano Claudio acaba de ser abuelo por segunda vez. Su hija Cristina, una de mis sobrinas preferidas, ha traído al mundo una preciosa niña que se llama Ico que es su primer retoño y que, durante unos pocos segundos, ha sido el ser humano más joven de los siete mil quinientos millones de personas que habitan en este planeta, y desde ese momento ya nada será igual para nadie, pero sobre todo para su madre.

El futuro es de los que acaban de llegar, Gregorio. Ellos son los que tienen que cambiar el mundo antes de que no tenga remedio, si es que todavía lo tiene.

Cada generación tiene sus propios compromisos y nosotros hemos llegado hasta aquí después de pelear con un gobierno fascista que se llevó los mejores años de nuestra juventud, pero es por eso que ahora vivimos con mayores libertades.

Alguien tiene que venir a cambiar el mundo, y antes de que naciera Ico nacieron Mozart, John Lennon o la madre Teresa de Calcuta, y ellos lo cambiaron todo.

Sin embargo nos pasamos la vida ocupándonos de otras cosas como si fueran nuestras, cuando lo que hoy consideras tuyo ayer fue de otro y mañana volverá a ser de otra persona.

Junto a la casa donde vivo hay un parterre con un árbol que hace años plantó el ayuntamiento. Está justo frente a mi ventana y lo veo crecer cada día. Es el árbol de mi casa, o quizá debería decir que mi casa es del árbol.

El árbol tiene a mi casa y soy yo el que pertenezco a ellos, pero seré el primero en marcharme dejando mi casa y mi árbol en el parterre porque nunca han sido míos. Así que la casa donde vivo y el árbol que plantó en un parterre el ayuntamiento justo frente a mi ventana, seguirán estando allí por mucho tiempo.

De pequeño solía jugar en una cantonera rodeada de cañaverales que estaba cerca de mi casa. Allí pasaba largas horas observando los pescaditos, y a la sombra de aquel cañaveral escuchaba el correr del agua por la acequia y el rumor del viento soplando entre las cañas.

Una tarde, cuando ya era mayor, me acerqué a la cantonera y con un trocito de caña conseguí hacerme una flauta, y en su sonido escuché de nuevo el correr del agua y el canto del cañaveral. Solo son nuestras las cosas que recordamos porque las llevamos puestas...

Pero espero no haberme excedido con estas mis viejas nostalgias, Gregorio, y que, como Margarita, sigamos estando bien..., sin entrar en detalles.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

Compartir el artículo

stats