La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Domus Aurea

Querido amigo, no hay espectáculo más impresionante que el que puede producir un gran fuego, por eso las imágenes del incendio que arrasó el Pinar de Tamadaba se han visto en todo el mundo.

También el incendio de la Amazonia está teniendo repercusión mundial, sobre todo porque se piensa que está siendo provocado por algunos poderes económicos con la intención de seguir incrementando el negocio de la especulación urbanística.

La cuestión es que este tipo de negocios eran ya habituales hace siglos, como, por ejemplo, el gran incendio de Roma, que según cuentan los historiadores fue provocado por Nerón en el año 64 d. C., al que mostraban cantando con su lira mientras contemplaba extasiado el poder devorador de las llamas.

Además de disfrutar del espectáculo, la intención del Emperador de Roma no era otra que la de culpar a los cristianos del incendio para poder erigir sobre la zona quemada su palacio de la Domus Aurea.

Según Tácito, Nerón condenó a los cristianos a ser arrojados a las fieras y les hizo crucificar y quemar públicamente para que sirvieran de antorcha durante la noche con la intención de desviar la atención hacia ellos como responsables del incendio y rentabilizarlo luego en su propio beneficio.

Tampoco sería difícil imaginar a Donal Trump vestido con una túnica violeta tocando la lira, como hacía Peter Ustinov en la película "Quo Vadis", disfrutando de ver arder la Amazonia... No digo que lo hiciera por maldad, sino, sobre todo, por lo que supone como espectáculo.

El mundo va de grandes "shows", Gregorio, y la "Guerra de las Galaxias" no es nada comparado con lo que podría ofrecernos un enfrentamiento entre EE UU y China, Irán o Corea del Norte.

En enero de 1986 el lanzamiento del transbordador espacial Challenger se convirtió en uno de los espectáculos aeronáuticos más impresionantes de la historia, y al presidente de Estados Unidos Ronald Reagan se le quedó cara de película...

Ni la fábrica Disney había conseguido un espectáculo de aquella magnitud, donde los inconsolables familiares de los astronautas asistían en directo al acontecimiento con sus seres queridos como protagonistas.

No se volvería a ver algo así hasta que George Bush transformó las noches de Bagdad en un espectáculo de cometas resplandecientes que caían del cielo iluminando la ciudad. Una consecuencia del ataque de Al Qaeda y del impresionante desplome de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, con miles de muertos, que, como si fueran extras, pagaron con su vida aquellas escenas televisadas en directo, solo comparables a las primeras retransmisiones que en 1991 nos ofrecía la televisión internacional de la Guerra del Golfo.

Pero ya nos hemos habituado a ver en los telediarios las matanzas de civiles inocentes en Oriente Medio como si se tratara de "realities"...

Dicen que es solo cuestión de acostumbrarse, Gregorio, así que no te muevas de tu asiento, que esto solo acaba de empezar, pero... continuará.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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