La Provincia - Diario de Las Palmas

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OBSERVATORIO

"A l'impossible on est tenu"

Es normal dudar y pensar que no se puede hacer nada, y que no merece la pena complicarse la vida, porque son cuatro días, y lo importante son los más cercanos, es decir, aquellos que realmente nos quieren, porque realmente no son todos los que están o deberían estar, y sobre todo tampoco están todos los que deberían ser, y ande yo caliente y ríase la gente, y primero paz y después gloria, y todas esas frases consabidas que piensan los cobardes. Sí, digo los cobardes, que hay muchos y muchas, porque piensan que el sistema no admite solución, cuando en realidad admite una infinidad de ellas. Lo que pasa es que la mediocridad es como una oscuridad, un negro infinito que no permite ver más allá, ni realizar una triste proyección ortogonal sobre el conjunto de soluciones plausibles, que es lo típico que se suele hacer cuando el problema no tiene solución, es decir, es incompatible.

Hace ya un tiempo, escribí a un profesor de Stanford al que admiro, André Journel, una poesía que titulé en francés "A l'impossible on est tenu", y que en el lenguaje del imperio se traduciría como "Pidamos peras al olmo", donde básicamente decía que sé que la realidad tiene dientes afilados, y que en ocasiones muerde; que cuando hiela hace frío, y que uno y uno son dos; que una mano levantada no puede parar al viento, y que una simple sonrisa no desarma a los señores de la guerra. Pero, que pese a todo, hay que seguir creyendo, buscando lo imposible, pidiendo peras al olmo, bebiendo a borbotones de la fuente-poesía, clarividencia, sin necesidad de pruebas. Pues desde jóvenes, se debería elegir un sueño, y mantenerlo firme, como la flor se aferra al tallo, contra toda razón.

André, después de una vida dedicada a la investigación, innovación y desarrollo, solo cometió un error del que se arrepentirá toda su vida: elegir como su sucesor al peor de los alumnos que pasaron por sus manos. ¿Cómo a veces podemos ser tan idiotas y equivocarnos tan profundamente con las personas? Me ocurrió también a mí con algunos que creí eran mis discípulos. ¡Hay muy mala gente en la Universidad, y además está ociosa!, me decía recientemente un antiguo profesor, felizmente jubilado. Desgraciadamente suele ser moneda común que los mediocres terminen progresando y acaparando el poder. Recientemente se ha publicado un excelente artículo en el periódico El Mundo titulado: "La sociedad del sándwich mixto", en el que se explica por qué sucede esto. El filósofo canadiense Alain Deneault expone cómo la mediocracia anima a las personas a amodorrarse, viendo como inevitable lo que resulta inaceptable, y como necesario aquello que es repugnante. El ejemplo es el sándwich mixto, un plato mediocre que nadie critica, y que resuelve el trámite. Otra cosa era lo que hacían en la desparecida cafetería Logos, en la que elevaron al sándwich a la categoría de delicia. Este filósofo habla de mediocres competentes, es decir, de personas aplicadas, serviles y libres de convicciones y pasiones propias. Personas que se convierten en manadas, en grupos que se autoprotegen, generando clanes que atesoran el poder y que son promovidas por el sistema económico, que los dirige. Luego están los medios y las campañas de comunicación, que los promueven. Siempre hay gancho de venta, como en el caso de los detergentes ecológicos. ¿Cómo puede ser un detergente ecológico? En la mayoría de los casos, su composición contiene productos agresivos para la salud, y casi todos ellos se presentan en envases que poseen una gran huella ecológica. Otro ejemplo es el timo del pan, de los tipos de cocción, del origen de las harinas y de la masa madre. Somos capaces de prostituirlo todo, teniendo solo en cuenta el negocio.

Por ejemplo, ahora está de moda en política la discriminación positiva de las mujeres, promocionándolas a cargos de poder, lo cual me parece bien si realmente se lo merecen. También está de moda acceder a dichas responsabilidades alrededor de los 40, cuando no se ha llegado a una madurez profesional. Una persona de 60 ya parece un viejo, aunque siempre, en todos los gobiernos, hay algún zombi que es recuperado para simular prudencia. Se trata de familias de poder, que reparten la simiente, y quien se queda a pan y a agua. "Baragouiner" en francés significa eso, los bretones que pedían pan y agua en bretón, y no se les entendía.

Todas estas circunstancias no son obviamente aleatorias. La mediocridad no es deplorada, sino promovida, según Deneault. Personalmente creo que se reparte en partes alícuotas entre hombres y mujeres. Puedo citar a muchos hombres mediocres en puestos importantes. También a algunas mujeres, que son menos por la discriminación negativa, y porque quizás naturalmente sean menos mediocres que los machos, o de otra manera, pecando de prudentes. Habría que hacer un estudio para saber si también en eso somos diferentes. También conozco a muchos hombres y mujeres muy competentes y nada mediocres, comprometidos, que nunca han tocado cargo, ni lo tocarán. Simplemente no interesa. En este caso no se trata de una hipótesis de caminos aleatorios, sino más bien de la hipótesis del vecino próximo, dócil, correctamente etiquetado, manejable, un fungible del sistema. En cuanto a la juventud, ya saben que cuando uno la caga solemnemente, la solución más manida (no la única) es otorgar el poder a los jóvenes, cambiar las caras para que todo siga igual. ¿Creen ustedes que estoy "baragüinando"? En cualquier caso, el principio de Peter, que establece que las personas son ascendidas hasta que alcanzan un puesto para el que no están capacitadas, parece ser universal. Hace falta un tsunami o un verdadero cambio climático para que todo esto cambie y prenda lo verdaderamente disruptivo. Las urgencias no admiten ni mediocridades, ni consenso.

Juan Luis Fernández Martínez. Catedrático de Matemáticas

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