La Provincia - Diario de Las Palmas

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APUNTES

La Luz necesita luces

Que se dejen ya de boberías. En el Istmo y La Isleta lo que faltan son zonas verdes y aparcamientos. Ya está bien de mamotretos", dice cortante cuando sale el asunto del astillero de megayates un antiguo subdirec-tor de LA PROVINCIA. Un empresario del Sur, por su parte, dice no entender nada, que es una sensación que crece cada día en este Archipiélago, donde, como dice una pegadiza pero monotemática y repetitiva canción, "se toca el tambor y vivimos tú y yo"... y nosotros todos.

"Hay que pensar en Arinaga... En el fondo es que tenemos el centralismo metido hasta en el tuétano". Otro experto en temas portuarios y navales, así como vecinos de la zona, defienden que esos muelles sean para barcos. "Es que cuesta mucho dinero hacerlos. Podría ir, se me ocurre, una dársena para grandes yates, con un Club Náutico..."

No entienden cómo a estas alturas se levante un cajón industrial en un área que se quiere convertir en motor de atracción turística para los pasajeros de los trasatlánticos de cruceros. "¿Cómo se va a poner un varadero de mantenimiento y grandes reparaciones al lado de la delicada pasarela Onda Atlántica y del acuario Poema del Mar... No tiene sentido, es como poner un hipódromo en Triana". Y dale que te pego para cerrar el círculo: "Aprovechar los muelles, y habilitar más aparcamientos".

Argumentar que en Palma de Mallorca hay uno detrás de la catedral es como decir que el Acueducto de Segovia está en el centro de la ciudad para justificar un viaducto en Mesa y López. Historias de romanos o de los años desarrollistas de la década de los 60, recién salidos del hambre de la posguerra y con muchas ganas de comer. De aquel verdadero atracón son los barrios que se están reponiendo y los adefesios pajareras que motean los centros históricos de las ciudades españolas.

Eso, el Istmo, el Refugio, el Sanapú, Santa Catalina, el acuario... ya es, en el fondo, una zona comercial, y las zonas comerciales no funcionan si no hay parking gratuito o a precio muy asequible, como el que abrió el alcalde Cardona, aunque ya había sido previsto en los años 60 por José Ramírez Bethencourt, en El Rincón, al lado de Las Arenas y del Auditorio Alfredo Kraus. Por cierto: sigue en pie la idea de adjuntar un hotel al Poema del Mar para hacer más rentable la inversión. Como primero los campos de golf y luego los chaleses.

Rebobinemos: hubo un tiempo en que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y la Autoridad Portuaria entendieron que había que hacer una serie de ajustes portuarios. Cuajó la idea de un frente marítimo que pasó por diversas fases. Una, en plena efervescencia de la burbuja inmobiliaria, con un proyecto que, básicamente, en vez de unir con armonía la ciudad y el puerto lo separaba con una hilera de edificios. Era el plan estrella de la alcaldesa Josefa Luzardo, que fracasó por falta de consenso de todas las partes contratantes de la primera y la segunda parte. Como relativamente ha fracasado el mamotreto comercial El Muelle, que no logra despegar, un proyecto apadrinado por el ex presidente portuario Luis Hernández que formaba parte de otro más pretencioso que llegaba hasta el Real Club Náutico, que resistió el ataque a pesar de que muchos de sus directivos estaban encandilados con las contraofertas de solares en el mar.

Poco a poco, partido a partido, fue configurándose una alternativa poco invasiva. De la mano de la concejala Mimi González (PP) tomó forma Ciudad de Mar, que, en realidad, rescataba para el disfrute y el ocio urbano todo el conjunto marino-marítimo que, inicialmente, ha dado un nuevo uso al espacio comprendido entre la Base Naval y el Intercambiador de Santa Catalina.

Cuando empezó a hablarse del puerto de Agaete, como algo más que un recinto náutico pesquero, y de las instalaciones portuarias de Arinaga, el espíritu que movía la iniciativa era más o menos -así se escribió en estas páginas- la de un puerto descentralizado. "Un puerto, varios muelles". Una idea tomada de la configuración física (y filosófica) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. "Una universidad, varios campus".

El puerto de Arinaga entraba en esa tendencia: no solo era para dar apoyo al polígono industrial en Agüimes, sino para descongestionar La Luz, cuyos problemas de tráfico, que parecen no tener solución, constituyen un serio hándicap para la actividad industrial, la portuaria y la vida cotidiana del barrio.

Pero no hay forma.

El astillero de megayates (con una altura del cajón principal de 24 metros) no solo plantea posibles riesgos de salud pública, que podrían originar su clausura una vez en marcha, sino urbanísticos. Se llame como se llame, que en el castellano hay infinitos eufemismos. Una ecologista de las serias es rotunda: "Es que ven un solar en cualquier cacho de suelo libre y se vuelven locos. ¡Por Dios!, que los militares no dejen el arsenal ni La Isleta, que la jodemos".

Una arquitecta sentencia: "Que vayan a Hamburgo o a Barcelona y aprendan".

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