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RESETEANDO

Javier Durán

El bucio y el diferencial

No es por poner en la misma escala a Risto Mejide y al bucio, la caracola de los aborígenes canarios mantenida en el tiempo en fiestas tradicionales de Canarias como valor etnográfico-musical. Pero este no se sabe qué y un entusiasta del instrumento se cruzaron de mala manera en un programa cazatalentos, donde el juez actúo desde su habitual tono de superioridad (?en qué momento te planteas venir aquí, tocar la caracola y ya está?), y el aludido no se cortó un pelo y lo llamó ignorante. Al que siempre se tapa los ojos no le encajó la respuesta puntillosa (?qué bonita es la ignorancia para el ignorante?), y una tensión de soberbia mancillada - ¡cómo osas elevarme el tono! - recorrió el espacio televisivo. Al día siguiente, Risto y el músico del bucio cohabitaban en las redes con votos a favor y en contra, calentón al que contribuía el diputado nacionalista Pitti, que salió en defensa de Ricardo González con un mensaje extremo contra el presentador. Este desencuentro tiene que ver, cómo no, con el amasijo de estereotipos que manejan los peninsulares sobre los canarios, de los que, con contadas excepciones, sólo les interesa el eterno buen tiempo de las Islas, los hoteles, las playas y los asesinatos, con algún que otro ciclo de excitación cuando Pedro Quevedo tiene agarrado por los cataplines el voto 176 de la mayoría parlamentaria nacional. Los isleños (y hay que leerse La condición humana del insular, reeditata por Azulia, de Pérez Minik) estamos predestinados, como en el caso del bucio, a montar de vez en cuando un numerito de marras para que se conozca el diferencial del hombre archipielágico, o bien estamos condenados a explicarnos sin descanso para que nos entiendan. La embestida del esperpento televisivo sólo es una muestra de la ausencia de las Canarias, sometidas de por vida a explicar y exigir su REF, al que ahora se inserta en un ?fuero?, variación con la que los isleños pretenden elevar el tiro y explosionar sus singularides. Una de ellas es el bucio, que se estrena en el ciberespacio -no queda más remedio- a través de un pleito, como siempre.

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