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Elizabeth López Caballero

EL LÁPIZ DE LA LUNA

Elizabeth López Caballero

La pirata más feroz del mundo

Los docentes, en cierta medida, también hacen un juramento hipocrático. Ellos se prometen "no llevar otro propósito que el bien educativo y emocional del alumnado". Y parece tarea fácil pero no lo es. Los docentes actualmente no se enfrentan solo al currículo de las asignaturas -como los profesores de antaño- ahora, además de enseñar Lengua, Mates o Sociales, están ojo avizor a las necesidades emocionales de los niños y de las niñas. Les enseñan valores, habilidades sociales y comunicativas o autocontrol. Se les escucha más allá de la tabla de multiplicar o de las conjugaciones verbales y se les acompaña en el desarrollo a lo largo de las diferentes etapas de su vida. Quizá esto se dé así porque los alumnos de hoy en día distan mucho de los estudiantes del S.XX. Tienen otras inquietudes. Viven en una sociedad interconectada las veinticuatro horas del día. Tienen acceso a cualquier (des)información a golpe de clic por lo que hay quien dice "que maduran antes". No lo tengo yo tan claro. Ser avispado y ser maduro no son sinónimos. Tenemos una juventud avispada que "saben de todo", pero no madura. Sencillamente porque por edad no les toca (aunque ellos se crean mayores). Y dentro de esa falsa creencia de una "adultez precoz" vienen las malas decisiones como las relaciones tóxicas, posesivas o controladoras que ellos ven con naturalidad. Cierto, no en el caso de todos los adolescentes, pero con uno que vea normal ese tipo de noviazgos ya es motivo de alarma. Situaciones así no pasan desapercibidas para el profesorado. Cuando detectan cualquier comportamiento que pueda perjudicar a los chicos y a las chicas buscan herramientas con las que abordar el tema. De esas herramientas, la más creativa, es la literatura. A través de los cuentos aprendimos que no se debe hablar con desconocidos o abrirles la puerta y que no siempre el camino más fácil es el mejor. De esto sabe un rato Daniel Martín Castellano, por docente y por escritor. Martín Castellano es el autor de "La pirata más feroz del mundo", un álbum ilustrado por Dácil Velázquez Padrón que llegó a mí esta semana y que saboreé en una tarde. No es una historia cualquiera. Es la historia de una pirata que tiene las ideas muy claras. Una pirata que no se achanta ante el trabajo duro y que no permite que nadie cambie el rumbo de su timón. El autor nos invita a navegar en la cubierta de Marzo, un barco muy peculiar, que huele a libertad y a amor propio. Una fragata que dirige una corsaria cuyo objetivo no es encontrar ningún tesoro, pues ella lleva uno grabado a fuego en su corazón. A lo largo de las páginas de este cuento la pirata conocerá a varios personajes que le harán cuestionarse sus principios pero, la corsaria no solo tiene un barco, también tiene un catalejo que le ayuda a ver más allá. Más allá del horizonte. Más allá de las estrellas. Más allá del centro de la Tierra. Esta pirata está bien anclada, a pesar de navegar y navegar. Porque uno puede viajar lejos sin alejarse de su centro. Martín Castellano hace gala de una exquisita prosa poética a lo largo de todo el texto cargado de metáforas que nos ayudarán a conocer mejor nuestras mareas internas. "La pirata más feroz del mundo" da mucho juego para trabajar en clase con el alumnado. Fomenta el diálogo constructivo, la reflexión o la búsqueda de soluciones. ¿Por qué es tan diferente a las demás esta corsaria? ¿Cuál es el tesoro que esconde? ¿Cómo son los personajes con los que se encuentra a lo largo de su viaje? ¿Es normal su comportamiento? Sí, Daniel Martín, con este libro, nos incita a la meditación. A cuestionarnos si el rumbo de nuestro barco es el correcto y, en caso de que no lo sea, a redefinir nuestro destino.

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