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ESCRITOS ANTIVÍRICOS

Mucha gente

El liberado a medias acaba de escuchar en facebook a un profesor de economía de La Laguna llamar la atención sobre el hecho de que en Tenerife hay mucha gente. Y sí, hay mucha gente, piensa el liberado a medias, pero no sólo en Tenerife, sino también en Gran Canaria y, en general, en el planeta Tierra, sobre todo si cada terrícola se pone a consumir como un energúmeno, que es como consume un europeo medio o, peor aún, un estadounidense medio.

No se trata de racismo, se defiende el profesor lagunero, porque advertir de que hay mucha gente en Tenerife no implica que necesariamente se esté diciendo que hay que cerrar las fronteras a africanos negros y dejarlas abiertas a europeos albeados, es simplemente poner el dedo sobre la llaga y destacar que Tenerife está en una situación demográfica y ecológicamente insostenible. Además, añade el profesor lagunero, los que lo acusan de racista son precisamente aquéllos a los que interesa que él se calle, que nadie diga nada sobre el problema demográfico de Canarias y que la isla de Tenerife se siga superpoblando al infinito y más.

Hasta ese momento el liberado a medias está de acuerdo con todo lo que ha escuchado y se apresta a imaginar el caos que se produciría en Gran Canaria o en Tenerife si, por algún conflicto, quedasen los muelles inoperativos. Ambas islas se convertirían en un excelente plató para una película de zombis que terminan devorándose entre sí. También le sigue el hilo al profesor lagunero cuando el liberado a medias se imagina Canarias como un gran portaaviones flotante sobre el Atlántico que debe ser provisto desde el exterior de todos los productos necesarios para la supervivencia. ¿Es esa situación un modelo deseable para Canarias? Evidentemente, no.

Alguien podrá contraargumentar que la autarquía, que es la solución que el profesor lagunero deja flotando en el aire para el problema de los muelles y el portaviones desabastecidos, no es inocua y se adecua a un modelo dictatorial de gobierno, empobrecedor y tenebroso, y que el comercio es fundamental para el bienestar de las naciones. Y tendrá razón. El liberado a medias no está por la idea del autoabastecimiento absoluto ni por autarquías utópicas y solipsistas. Será mejor moderar, incluso frenar, la importación poblacional. Pero, ¿cómo hacerlo sin entorpecer el comercio ni impedir por la fuerza la libertad de movimiento de la gente? Ayudará que la dedicación al sector primario, a investigación y desarrollo y a energías limpias suba unos cuantos puntos en el haber global del Archipiélago, que el desarrollo del sector servicios se contenga, que se diversifique la economía y se regeneren los deteriorados ecosistemas de las islas. Y quien dice "islas" puede decir "planeta", porque al fin y al cabo el planeta Tierra no deja de ser una isla que gira y flota aislada en el universo.

Eso cavilaba el liberado a medias cuando tuvo que salir de casa y dejar a medias el hilo del discurso del profesor que continuaba hablando en facebook. Lo dejó justo en el punto en el que ese hilo parecía adentrarse por derroteros nacionalistas, pues advertía el profesor lagunero que el exceso de población atenta contra el sentido de identidad del pueblo tinerfeño y debilita la energía con que ese pueblo puede defender los intereses de la patria canaria frente a la especulación foránea. Una caída libre en la aculturación, o como mínimo en la transculturación, piensa el liberado a medias, casi calcada de Cuba y Ortiz, pero ahora en lugar de azúcar y tabaco, a golpe de cemento e industria turística.

Aunque el liberado a medias está de acuerdo con que el advenimiento de población en grandes cantidades entorpece la construcción de las identidades postcoloniales archipielágicas y dificulta el sentimiento de pertenencia de los nativos, el liberado a medias piensa que el asunto identitario puede abordarse mejor en los fríos términos del análisis de la educación que en los calenturientos del sentimentalismo nacionalista porque, a la postre, el argumento identitario nacionalista se parece al de los muelles y el portaviones y echa grandes cantidades de humo denso y tinta de calamar sobre las responsabilidades propias.

¿Acaso el flujo de las poblaciones no depende en muy gran medida del modelo de desarrollo? Entonces, ¿quién ha establecido el modelo de desarrollo en Canarias? Los ingleses en el XIX, pero desde hace nada menos que medio siglo ese desarrollo ha estado en manos del gobierno de Canarias, y también de los Cabildos y, con muy grande responsabilidad, de los Ayuntamientos, esos reinos de taifas en los que muchos indígenas hicieron su agosto a la oscura sombra del boom inmobiliario, del turismo y de los convenios urbanísticos. Reinos de taifas en los que, todavía hoy, subsisten los arboricidas y amantes del asfalto contra los que ya en 1910 advertía Francisco González Díaz.

El liberado a medias no es un aguafiestas y sabe muy bien que en estas islas asirocadas (Pepe Alemán dixit) hay gente de gran talento, brillantes ideas y voluntad de acción en pro del bien común, y, por eso mismo, piensa que para la mejor educación de los canarios y el sano enaltecimiento de su sentimiento de identidad nacional, antes que cantar con isas, folías y relamidas décimas los encantos del Roque Nublo o del padre Teide y qué bonita es mi tierra, alguien debería escribir la historia de la turbia trama del desarrollismo de las Islas y enseñarla en los colegios. Documentación hay hasta para hartar a los zombis.

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