La Provincia - Diario de Las Palmas

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Elizabeth López Caballero

El lápiz de la luna

Elizabeth López Caballero

Medidas sí medidas no, medidas madre que la bailo yo

El otro día cogí una guagua de las de Global. No de esas amarillas que van por la ciudad, sino de las azules, de las que te llevan más lejos. No iba en Salcai desde que me saqué el carné de conducir y de eso hace ya más de diez años. Fue toda una aventura. No sabía cuál debía tomar e ignoraba que no se podía pagar en efectivo. Por primera vez en mucho tiempo disfruté de un paisaje que, al conducir yo, siempre me pierdo. Las vistas eran preciosas. Me dirigía a Gáldar así que la costa acunada entre las montañas me acompañó durante el trayecto. En una de las paradas -perdí la cuenta de cuántas había desde Las Palmas hasta mi destino- me sorprendió la cantidad de gente que subía y bajaba en cada una de ellas. No obstante, lo que realmente llamó mi atención -y es la causa de este artículo- fueron las inexistentes medidas de seguridad para prevenir los contagios de Covid-19. Para empezar, al subir a la guagua no había ningún gel hidroalcohólico para desinfectarse las manos. Tampoco se guardaba la distancia de seguridad: un señor con el que no convivo y al que no conozco de nada fue a mi lado hasta El Roque, al igual que sucedió con el resto de asientos. Todos por parejas. Es más, hubo un momento en el que los escalones que hay en la puerta trasera se convirtieron en asientos para tres jóvenes. Sumado a esto, la gente entraba sin que se hubiese desinfectado el medio de transporte entre unos pasajeros y otros. Eso sí, todo el mundo llevaba mascarillas. Lo que me hizo pensar que quizá esa es la única medida de protección. Esa reflexión me dejó aún más desconcertada porque entonces los bares y los restaurantes que tienen desinfectantes en cada esquina o que higienizan cada mesa entre cliente y cliente, ¿están perdiendo el tiempo? ¿Lo estoy perdiendo yo cuando voy a un Centro Comercial y de una tienda a otra, aunque no haya tocado nada, debo desinfectarme las manos dando lugar a que cualquier día de estos se me caiga la piel y se me vean los huesos? ¡Qué mal estamos haciendo las cosas! Perdón, rectifico, ¡qué mal están haciendo las cosas los que mueven los hilos mientras nosotros bailamos! A mi juicio, el mayor foco de contagios ahora mismo no está solo en los botellones de los jóvenes, a quienes todo el mundo tiene en boca, está en las guaguas, en las que viajan cientos de pasajeros a diario, sentándose a tu lado cualquier desconocido, tan cerquita tan cerquita, que las telas de los pantalones llegan a intimar. Si esta es la "nueva normalidad" -a mí se me parece mucho a la de siempre- hubiese bastado con seguir llamándola "normalidad". Después de esa expedición he decidido que no me desplazaré más en guagua, ya que no cumplen las medidas necesarias para yo sentirme segura y protegida o para proteger y asegurar la salud de los demás. Ojalá lea esto alguno de los responsables de Utinsa y compre, aunque sea, el gel hidroalcohólico, que se vende en cualquier establecimiento y no es tan caro. No racaneemos con la salud de los demás.

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