Es de común conocimiento que con el paso que lleva China dentro de unos años desbancará, si no cambian las tornas, a Estados Unidos. No lo digo yo que soy de lejos, lo sentenció Obama casi amarillo el otro día. Vino a explicar en traducción libre que o el pueblo americano se amarraba los machos o perdían su supremacía, con todo lo que ello conlleva, es decir, que pasaremos de un mundo de hamburguesa a un planeta más de rollito de primavera. O más de Fu Manchú que de Chuck Norris. Un ejemplo de este embale es una noticia que ha dado la vuelta al sistema solar desde antier. Hasta ahora ellos entraban en el año del caboso o en el año del oso panda y únicamente le importaba a ellos. Pero fue empezar el año del conejo, que es este, y entre que lo del conejo ya tiene su aquello y que ya China no suena a chino pues se ha montado una gran jarana. Personalmente me he quedado desalado por la capacidad de estos astrólogos milenarios de prever con tal precisión el nombre que les dan a sus años, porque se trata de un calendario que viene de antiguo. 2011 es, efectivamente, con sus jubilaciones, paros y demás desastres, el año en el que el conejo nos riscó la perra.