La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Kilómetro cero

En Madrid, que es la corte, siempre tienen que ocurrir cosas: asesinatos sonados, pulcras corridas de toros; sesiones parlamentarias atrabiliarias; reyes disolutos y pendencieros; fugas de capital; exhumaciones de exdictadores; excomisarios de la época de la tortura que ahora espían para las nuevas fortunas de la democracia; baronesas que tienen al gobierno bien agarrado...

La capital de España, como decía Corpus Bargas, gran cronista de los desatinos del kilómetro cero del país, siempre ha sido la cabeza de un pulpo con tentáculos que vienen a reposar en los pueblos, donde el señor de la Gran Vía o del barrio de Salamanca tiene a su cacique para moverle los hilos del pucherazo, ahora en versión moderna con los barones autonómicos y demás raleas del aparato del partido.

Las pestes masivas del medievo siempre llevaban consigo una lucha de clases

decoration

Puede cambiar el estilo, pero el fondo del saco no. Existen otros territorios, si bien lo que sucede en Madrid, por algo es el epicentro, reverbera en todos los rincones, no sólo los patrios, sino Pirineos arriba, donde se confirma que Goya no iba desencaminado con los odios encarnizados, incluso hasta con una pandemia que lleva matando desde hace meses. Las pestes masivas del medievo siempre llevaban consigo una lucha de clases, donde la religión imponía su visión divina de la enfermedad contaminando al poder político y expulsando a la ciencia.

La Covid-19 exhibe una nueva fricción en la estepa madrileña: a su carga viral hay que añadir los protones del insaciable politiqueo, donde representantes públicos y tropas de asesores no han dudado en aprovechar la ocasión para montar un tétrico laboratorio donde lo importante es vaciar de contenido la pandemia. Pretenden que nos creamos que la prioridad es frenar los contagios, pero realmente lo que subyace es el conflicto político, una rivalidad absoluta, un juego de niños pijos, una apasionada batalla de intereses y una estremecedora ausencia de dolor ante la muerte.

Y volvamos a Corpus Bargas: lo que se dirime aquí son los puntales de los que tienen a Madrid cogido con pinzas de tender la ropa. ¿Y por qué no una crisis que remueva los palacios de Cibeles y de la Puerta del Sol? La pena dentro de la gran pena es que ahora mismo no hay tanto espectador callejeando, que la calles son un páramo y que de una punta a otra rige una estupefacción encolerizada sobre esa idea de que la capital puede soportar cualquier cosa, y por extensión las provincias. ¿Y dice usted que se llama Isabel Díaz Ayuso? La confinada en sí misma.

Compartir el artículo

stats