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Ángel Tristán Pimienta

‘Amanecer Dorado’ se oxidó

En un momento propenso, los albores de la crisis de 2007-2008, e incluso antes, cuando la globalización trajo en el bolsillo las primeras deslocalizaciones industriales por la competencia ‘desleal’ de la mano de obra barata de un Tercer Mundo que quería subir en el escalafón, los populismos de añoranza fascista y la extrema derecha parecieron volver a la vida activa de entreguerras en Europa.

También antes, en los 90 y primeros años 2000, las oleadas de inmigración, millones de personas que huían de guerras, tiranías, persecución religiosa o del hambre, todos estos factores juntos, en el orden que se prefiera, o separados, fueron utilizados por la extrema derecha para atizar a su malvada manera el fuego del odio y la desestabilización política de las democracias.

Casi todo el territorio del Viejo Continente empezó a dar señales de infección. Es como un sarpullido que, en zonas, da muestras de contagio viral y en otras parece confinado. Que llegue a pandemia depende sobre todo de varias circunstancias: que los partidos democráticos, sus políticos y autoridades, envíen un mensaje claro a la ciudadanía: detrás del odio y el furor está el caos, y detrás del caos, real, inventado o mediopensionista, el autoritarismo, y un paso, solo un paso más adelante hacia ese abismo, la confrontación social y la guerra. Merkel y Macron lo han dicho claro: “el nacionalismo es la guerra”.

Claro que también el populismo, sea de extrema derecha, por ahora el más extendido, y por ello, más peligroso, o de extrema izquierda, peligroso también porque su éxito necesita el fracaso de la unidad política y económica europea, viven de las consecuencias del mal gobierno: la corrupción, la destrucción de los pilares del estado social o de bienestar, el desencanto de las clases medias, ordeñadas insensatamente para salvar al capitalismo desenfrenado de la industria financiera por sus errores y avaricias…

En las últimas décadas, la sustitución de una derecha demócrata cristiana y humanista por un conservadurismo neoliberal despectivo con el interés general – puede visualizarse este encontronazo en cómo Trump, Johnson, Bolsonaro o Díaz Ayuso subordinan la salud de las personas a razones económicas con discursos que van desde lo negacionista a lo friki- ha tenido efectos demoledores. La soledad de la socialdemocracia – que en parte ha sucumbido a los cantos de sirena de la bolsa y no de la vida- la ha convertido en un aparente anacronismo histórico en medio de ensayos que con frecuencia usan pólvora. Pero hace un par de semanas he podido comprobar que la vieja moda de los pantalones de ‘pitillo’, por lo estrechos que eran, ha vuelto treinta o más años después. “Le realzan mucho su figura”, le decía una dependienta de una franquicia en Coruña a un chico que quería renovar vestuario.

Francia con el lepenismo, Italia con los antisistema del ‘Movimiento 5 Estrellas’ generados por el desencanto sin fin, en curiosa travesía hacia el centro; y a la vez con la Liga Norte y sus ‘salvini’, a quien, como a perro flaco, todo son pulgas: fuera del gobierno de coalición por su chulería; fuga de electores en el termómetro de las regionales, y problemas con la justicia por su despiadada negativa a recibir en puerto seguro a una nave atestada de inmigrantes…El racismo sin complejos en Países Bajos y Escandinavia… En España surge VOX, aunque, desde el prisma europeo, la nostalgia del franquismo que desde siempre ha anidado en una parte del PP es como la nostalgia del nazismo, del fascismo o del colaboracionismo de Vichy: la misma ultraderecha, los mismos peligros.

En los últimos meses se observa, sin embargo, una reacción contundente en el alma de las democracias, a través de la justicia o de la porra: Merkel ordena la disolución de una unidad militar de operaciones especiales por la existencia en ella de un grupo neonazi organizado y con armamento; el Tribunal Supremo de Grecia declara ‘organización criminal’ a ‘Amanecer Dorado’ tras un asesinato y otros hechos violentos; Macron anuncia un pionero plan para integrar al islam en la República, neutralizar el radicalismo y el yihadismo y evitar que pueda formarse un estado dentro del Estado, con medidas muy firmes de control republicano bajo los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad; en Polonia avanzan los grupos que resisten al autoritarismo iliberal; en España, en sintonía con este ambiente, los jueces han dado la razón al Gobierno en la exhumación de Franco, a pesar de la histeria de la derecha extrema, de la que lo es y de la que parece que lo es… Y la UE refuerza su cara más solidaria con los fondos para la reconstrucción tras la pandemia, mientras Reino Unido paga las consecuencias de un Brexit mentiroso basado en la melancolía colonial.

Y mañana siempre será otro día. Que no es poco. Es nuestra esperanza.

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