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Manolo Ojeda

Visita inesperada

Querido amigo, María y Antonio tienen la suerte de vivir, en estos tiempos de tanta incertidumbre, en una casa terrera del barrio capitalino de Vegueta. Allí se instalaron hace unos años después de una laboriosa restauración.

No tienen hijos y Antonio se prejubiló siendo director de una sucursal bancaria, mientras que María, que es maestra, nunca ha ejercido su profesión y le encanta cuidar de su casa.

Él es hijo único y ella tiene a su hermano Federico que se fue a Venezuela después de divorciarse de su primera mujer, y volvió a casarse con una belleza venezolana con la que tiene tres hijos.

Federico deseaba volver a Canarias con su nueva familia, pero no había podido hasta que sus hijos cumplieron siete años y nueve los dos gemelos que, junto con Carolina, su joven esposa, viajaron a la capital grancanaria con la intención de darle una sorpresa a su familia.

Así que, una tarde de agosto y sin previo aviso, se presentaron en el domicilio de sus parientes con una bandeja de ensaimadas de merengue de las que tanto solía hablar Federico que había echado de menos en Venezuela.

Cuando llegaron, Antonio se encontraba solo en casa porque María, que cuida mucho su físico, había ido a ejercitarse, y como Antonio no podía llamarla, decidieron que Federico y Carolina fueran a esperarla a la salida del gimnasio mientras Antonio se quedaba en casa cuidando de sus sobrinos.

Los chiquillos, dos niños y una niña, parecían tranquilos, hasta que fueron cogiendo confianza y se pusieron a corretear por toda la casa. Por allí apareció “Nube”, el gato de María, y los críos al verlo no podían estar más contentos.

Enseguida se pusieron a jugar y a uno de los gemelos se le ocurrió darle a Nube un poco del merengue de las ensaimadas. Luego le dieron la ensaimada entera y el gato se puso de merengue hasta el rabo ante las risas de los niños.

Antonio es muy amante del orden y la limpieza y aquello empezó a salirse de madre, por lo que, viendo que no había forma de pararlo, decidió inventarse un juego de policías y ladrones, y cogió unas bridas que tenía en el cajón de las herramientas para “detener a los tres delincuentes”, atándolos a la cama de hierro del cuarto de los invitados.

El problema fue que María se retrasó más de lo previsto, y los niños pasaron de divertirse a sentirse cada vez más nerviosos.

En eso que aparecieron María, Federico y Carolina, que no podían dar crédito a lo que estaban viendo. Antonio aseguró que solo se trataba de un juego, pero los niños decían que su tío Antonio era un policía muy malo…

Aquello se fue arreglando, pero Antonio, cuando vio que se quedaba sin argumentos, se inventó un compromiso y salió por patas de su casa, no sin dejar la sospecha de maltratador y pederasta…

U abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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