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Reflexión

Desprendimientos en acantilados rocosos

Los desprendimientos como el de Argaga (La Gomera) están relacionados con numerosos factores: unos son condicionantes y otros son desencadenantes.

Los factores condicionantes llevan preparando la roca desde hace mucho tiempo: son las sobrepresiones que agrietan el terreno y la meteorización que altera la composición de la roca.

Los factores desencadenantes son como la gota que colma un vaso y hace que se desborde: una borrasca intensa, un periodo de lluvias prolongadas o un invierno frío que sucede a un tórrido verano.

Las grietas del escarpe condicionan el progresivo descascarillado del acantilado. Estas grietas se forman por el propio peso de las rocas que se encuentran en la parte superior del acantilado. Un peso que no solo aplasta todo lo que se encuentre debajo, sino que además lo empuja lateralmente, deformándolo hasta el punto de agrietarlo. Ocurre lo mismo que cuando apretamos una hamburguesa. Conseguimos reducir la altura del filete, pero aumentamos el diámetro del sándwich y lo resquebrajamos.

Al efecto de la sobrepresión, se añade el de la meteorización. El agua que se infiltra por las grietas abiertas en el escarpe, altera la composición química de la roca y determina la pérdida de su resistencia inicial. Es como la osteoporosis que nos hace frágiles ante las caídas. Este proceso es lento, pero a la tierra le sobra tiempo.

El resultado es un terreno muy resistente en apariencia, pero al que le fallan las rodillas y ya no logra mantenerse en pie. Unas articulaciones que son los planos debilitados por la fracturación y por la meteorización. Y a favor de esos planos, el escarpe se descascarilla en lascas de forma imperceptible. Pero, de cuando en cuando, el volumen de lasca es tan grande que el resultado es catastrófico, como en Argaga hace unos días.

Hay más factores que entran en juego y amplifican o aceleran la degradación del terreno y los desprendimientos: la salinidad del agua, la alternancia de capas de roca dura y roca blanda, la inclinación de los estratos y la pendiente del talud serían algunos de ellos. Pero eso es otra historia y requiere ser contada en otra ocasión.

En cuanto a Gran Canaria, como en La Gomera, hay puntos negros en su costa acantilada. No se puede negar. Las similitudes entre ambas islas son evidentes. Pero no por ello hay que ser alarmista. Me consta que los técnicos del Cabildo trabajan en este sentido y que hay varios grupos de científicos, entre los que se encuentra Geogar, de la ULPGC, que abordan la cuestión para poder algún día predecir cuándo las montañas pretenden desplomarse sobre nuestras cabezas, parafraseando a Axterix el Galo.

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