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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Tormenta perfecta

E señor González-Barba Pera, secretario de Estado para la Unión Europea, es el último paseante enviado por el señor Sánchez para certificar que Canarias está en una “tormenta perfecta” por el combinado pandemia y crisis económica, a lo que se une una “situación límite” por la llegada masiva de migrantes en pateras. El merodeador, no obstante, encendió la llama de un mechero y anunció, poseído por una revelación, que la claridad de la vacuna y del maná europeo nos hará felices. Nada nuevo. Hay que aclararle qué ocurre: una población de miles de migrantes, repartidos entre hoteles, apartamentos, campamentos y centros de acogida, no puede ser residenciada de la misma forma que un convoy de turistas centroeuropeos, como si las diferencias socioculturales quedasen fuera de juego con el golpe de una varita mágica. El Estado ha elegido la opción de utilizar las Islas como frontera frente a la Península y la UE, y por tanto es el primer responsable de cualquier estallido xenófobo animado por determinados intereses políticos que manipulan la realidad (multiplicar los incidentes con migrantes) y que tienen entre los damnificados por la recesión económica sus mejores clientes. La coalición del PSOE y Unidas Podemos reniega de sus valores políticos y se afianza en el pragmatismo más absoluto para solventar desde la soberbia un problema de integración. Entre más tiempo pasa más aumenta el peligro. A fecha de hoy debería existir un verdadero ejército de expertos en materia social, cultural y laboral para atender la convivencia del colectivo de migrantes en la Isla donde han sido radicados. Es muy fácil entenderlo, señor González-Barba Pera, su marginalidad en espacios provisionales y su deambular en lugares bajo el turismo cero eleva el riesgo de conflicto. Atendidos no solo en las necesidades alimenticias y de techo, sino también en las educativas, se procura un mensaje de respeto frente a los que han encontrado en ellos el chivo expiatorio a sus males. El muelle de Arguineguín y el tufo esclavista que despedía son parte del pasado, pero la opción de llevarlos a establecimientos turísticos abre nuevos retos que no se resuelven con un paseíllo por Gran Canaria de un enviado político. La estrategia errática de Escribá, Marlaska, Darias y González-Barba, y los que vendrán después, alimenta la idea del Archipiélago como territorio incandescente, en ebullición hacia un modelo fallido. Ciertamente, la tormenta es perfecta.

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