La Provincia - Diario de Las Palmas

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Bienvenida televisión social al prime time

La azotea de la Biblioteca pública insular, entoldada en parte de su integridad, y abierta al horizonte de otras azoteas del barrio de Vegueta y al colorido de los populares barrios de San Juan, San Roque y San Nicolás, captado por Jorge Oramas en su paleta, con la catedral gris, enhiesta en un primer plano, es un espacio apacible para el encuentro literario.

Allí nos volvimos a congregar con espontánea alegría los tertulianos de Cairasco, después de haber estado reservados durante casi dos años. Una pandemia del todo inesperada, llegó y vive junto a nosotros, rompiendo el tiempo. La expresión «romper el tiempo» no deja de ser dramática ya que nos crea un cierto grado de angustia porque nos coloca en la rampa de un horizonte que se vislumbra difuso, con abismos insondables, con distancias en las miradas, con limitación en los contactos. «No se muera mi señor, -dijo Sancho en el lecho de muerte de don Quijote- porque lo peor que le puede pasar a un hombre es morirse» La muerte es la ruptura irrecuperable del tiempo. Esta pandemia que históricamente nos ha tocado palpar es un ensayo del morir, al romper el juego de relaciones con las demás personas, con el paisaje, con la presencia en la costumbre del vivir.

Pero Marcial, Carmen Fuentes, Codina, Torres y Pepe Roque, nos hemos vuelto a ver ante la llamada de Jane Millares, con un libro escrito a dos manos por Martina Villar y Mayte Martín. Tres mujeres en la escena literaria de esta tarde primaveral. No es una casualidad, sino un acto deliberado de colocar a la mujer en el plano de la visibilidad estética, en la plástica y en la escritura. Jane se hizo presente con sus cuadros impresos en las páginas del opúsculo «Leyendo a Jane Millares», en bella edición de Mercurio Editorial. Y Martina y Mayte, con acertados textos poéticos, emanados de la trabajada visualización durante varios años de la obra pictórica de Jane. Es un libro que en sus 120 páginas, maquetadas con esmero, exalta una rebosante belleza, ya que los géneros, la plástica y la literatura, transitan por el espacio estelar de la imaginación creadora. Aquí todo es creación, desde la palabra autónoma a la plástica expresiva.

Jane nos deja una selección de su obra después de pasar toda una vida, creando con su herramienta puntillosa. Aquí está esta tarde y seguirá estando todas las tardes del futuro, mientras su cuerpo y su mente se encuentran en la nube que la acuna fuera del mundo de la racionalidad. Han hecho bien las autoras y el editor en destinar los beneficios de este libro a la Fundación Pasqual Maragall, creada para ayudar a combatir la dura etapa del alzhéimer, que cercena la memoria tanto aquí como en Barcelona.

Jane ha ofertado en este libro una docena y media de cuadros, con perfiles de mujer, que a modo de una antológica de su estilo personalísimo lindan con el indigenismo. En su biografía pictórica, se habla de la primera mujer indigenista en nuestra tradición plástica. Este hecho es indudable e implementa la identidad que transporta la mujer canaria desde sus primeros asentamientos en esta tierra. La belleza radica básicamente en la temática, contenido que se expresa en la forma, ya que en la curvatura de la composición que configura el perfil femenino, nos pone delante la calidez de la maternidad, la asumida sumisión, la fortaleza de la crianza del hijo, la dedicación alfarera, la mirada abierta de la joven enamorada, el ensimismamiento de la mujer madura; el trabajo colectivo. Es un desfile temático de la mujer canaria, con hálito intercultural de mezcla de etnias, enmarcadas en el laborioso y digno ámbito rural.

Los cuadros han dado pie a que las dos autoras, periodistas y escritoras, Martina Villar y Mayte Martín reflexionen sobre estos artefactos y ofrezcan unos textos de altura literaria. Y a nosotros nos hace también reflexionar sobre los límites de los géneros expresivos como son pintura y literatura, entre los cuales se pueden establecer puentes y deslindes que surgen de las semejanzas entre ambas. Cada lenguaje tiene su riqueza y sus límites y en ellos reside su belleza, su capacidad de sugerir y de permitirnos soñar o recrearnos. La mujer ocupa un espacio pleno en esta obra, y ello hace posible apreciar diferencias en la representación de los personajes femeninos, teniendo en cuenta el uso diverso que genera la imaginación, la fantasía y la libertad de las respectivas creadoras, tanto en la vertiente pictórica como en la narrativa.

No existe causa pequeña ni razón para darle la espalda a ninguna de las injusticias arraigadas en nuestra sociedad. Por eso, la televisión y, en particular, nuestra Radio Televisión pública como gran plataforma multimedia, puede ser un referente de divulgación, sensibilización y denuncia de cientos de injusticias y comportamientos impropios de una sociedad que aspira a evolucionar sin dejar a nadie atrás; la sociedad de la igualdad, solidaridad y del respeto. Esos comportamiento deplorables y la falta de empatía están, en muchas ocasiones, totalmente arraigados en nuestras calles, trabajos e incluso en nuestras propias familias. RTVC tiene la capacidad de llegar cada semana con una temática distinta a millones de hogares, con testimonios reales, datos y una representación totalmente realista de cada una de esas problemáticas. Es el caso del programa Gente Maravillosa, que en su primera temporada ha demostrado que es posible copar la franja de televisión más comercial con contenidos de formación, divulgación y con un entretenimiento que difunde valores positivos.

Es cierto que, durante demasiados años, algunos contenidos grotescos y con falta de valor educativo y social programados en prime time, han desprestigiado la televisión y han justificado la etiqueta de la mal llamada ‘caja tonta’. Pero ahora Canarias ha tomado la iniciativa, alzando la bandera de la ‘caja lista’, de una tele pública útil y evolucionada. Hemos puesto rumbo a una televisión pública maravillosa que, además, cuenta con el respaldo de la audiencia. Gente Maravillosa es una de las opciones preferidas de la noche de los lunes y en solo unos meses ha superado los quince millones de reproducciones en internet, con enorme repercusión en multitud países. Televisión Canaria, un canal modesto frente a otras televisiones privadas y públicas, ha cogido esta temporada el timón para ofrecer a los canarios y canarias una tele de gran utilidad social y de servicio público.

En mis 25 años de formación y experiencia como productor ejecutivo de espacios televisivos, nunca pensé que podría aportar estos valores a la sociedad a través de este medio. Encontrar la fórmula para hacer una televisión constructiva, con tanta utilidad social en el sector de la televisión comercial y del entretenimiento. Y que, al mismo tiempo, cumpliera con el propósito de aunar audiencias tan amplias y de diferentes perfiles. Y, sinceramente, no puedo hallar mayor satisfacción personal y profesional que cumplir con la demanda de los espectadores, a la vez que ayudamos a tantos y tantos protagonistas a visibilizar su problemática. Desde discriminaciones desgraciadamente tan expandidos como la violencia de género o la homofobia y la xenofobia, hasta situaciones menos presentes pero que igualmente causan dolor y que merecen ser comunicadas. Como la de un joven cuya disfemia o tartamudez le ha mantenido durante años retraído y en soledad y que él mismo ha reclamado más atención para este tipo de trastornos.

Hemos demostrado que desde los canales autonómicos es posible competir con otros canales de ámbito nacional y mucho mayor potencial, siendo fieles al compromiso de servicio público que esperan los ciudadanos. Es un esfuerzo que nos llevará tiempo, pero que los profesionales del sector estamos dispuestos a asumir de manera incansable por la convicción de que estamos en la senda correcta para revertir el desprestigio de la televisión, con contenidos que se esfuerzan en generar valor y transmitir historias y mensajes con un destacado calado social y cultural. Convencidos en esta misión de conectar y cohesionar a todos los canarios, de reavivar el sentimiento de hermanamiento y cercanía entre todas las islas. Una televisión de todos que, además de informar conveniente y puntualmente como hace, acerque y potencie nuestro acento y nuestra cultura; una televisión que vele por nuestras señas de identidad y nos recuerde los motivos por los que debemos de sentirnos orgullosos como pueblo. Los ciudadanos, con su apoyo a este tipo de programas, nos están marcando el camino de la televisión pública que quieren.

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