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Carmen Martínez-Fortún

La curiosa impertinente

Carmen Martínez-Fortún

Tirarse por un barranco

No soy consumidora de Netflix ni me he aficionado en pandemia, pero he visto en la plataforma series exquisitas como The Crown, inteligentes como el método Kominsky y adictivas como El desorden que dejas. Ahora estoy con La cocinera de Castamar que me entretiene. Nada seriófila entonces, aunque adicta al cine de época, cuando escuché a Iván Redondo en diferido y segundos antes de que Carlos Alsina desvelara su plagio, la confesión pública de que él por el presidente del Gobierno se tiraría por un barranco, desconocía que estaba apoderándose de una frase de un personaje de El ala oeste de La Casa Blanca y me recordó a un fiero soldado no sé si de Atila o de Taras Bulba, aunque sé que se me representa con la cara bestia de Yul Briner, cortándose alguna extremidad para probar su fidelidad al jefe hasta la muerte, que para eso era muy macho. También puede que se trate de un collage mental de atrocidades de cartón piedra y salsa de tomate vistas en mi infancia en tardes divertidísimas de serie B y cines de verano de a duro la sesión.

El caso es que al hombre que ahora mismo es en sí solo todos los hombres del presidente, el que ha pasado de asesor a todo y acumula más poder casi que un valido de Austrias menores o de Borbones en crisis, el que se malicia la opinión pública que diseña tanto la estrategia electoral como la del 2050, ha decidido hacer confesión pública de su inquebrantable lealtad y al mismo tiempo que acuña eso de que conceder ahora los indultos que hace dos años eran un disparate no es por ser un veleta sino por ser muchísimo más valiente que El Cid Campeador, me hace rememorar aquello de Felipe que nos ha salido ahora tan díscolo, uniendo su suerte a la de Alfonso Guerra solo que con la relación de poder inversa. La España con memoria recuerda cómo acabó aquella historia.

Nada tengo contra la fidelidad ni contra el barranquismo. Pero recelo de un hombre incapaz de hacer una confesión de amor tan excelsa y dramática de una forma original. Que no le sale del alma sino de su videoteca, y eso siempre resulta bastante falso.

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