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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

‘Autoaplausos’ después del indulto

Penetra en el Hemiciclo Pedro Sánchez y su bancada se levanta para celebrar con aplausos su llameante presencia tamaño Kin Jong. Él asiente con la cabeza, aunque su vista nunca llega a reposar sobre el noble entarimado. Faltaría más. Llega el turno de Pablo Casado, que también se descompone de felicidad al recibir otro recibimiento no menor que el del presidente. ¿Qué coño es esto? El país entero se pregunta a qué viene este acto masturbatorio, cuando el estado de la cuestión no está ni para lanzar un espagueti contra el azulejo de la cocina. Los políticos muchas veces, por no decir todas, se contentan en proporción similar a la raza canina: un hueso pelado, sin hebra de carne, es más que suficiente para que el perro celebre un festín que dura días. El líder de los socialistas sólo ha aprobado nueve indultos, pero ni ha pacificado ideológicamente -ya se verá con los radicales de los contenedores- a los independentistas. O sea, le queda por delante algo parecido a la Larga Marcha del Ejército Rojo chino pero en versión procés, y hasta poco me parece. El compañero de la presidenta Díaz Ayuso tampoco puede ponerse a descorchar el champán, aunque reclame desesperado elecciones anticipadas, y ponga a los escribanos a preparar un recurso contra las medidas de gracia al que se le augura un éxito más bien corto de patas. Pero la soberania del pueblo es así: ellos, sus señorías, se ponen las gafas con una graduación equivocada y piensan que el vulgo está de parranda. Y se arrancan por aplausos para alucinación de la patria, maltrecha, degollada, enlutada y sobreexplotada. Esta jarana no le llega ni a la costura de la cremallera al otro aplauso que se instaló en las calles de España cuando el abismo de la pandemia más dura, con las UCI atestadas y las aceras y esquinas militarizadas. Allí nos dimos cuenta de que el sistema sanitario tenía goteras y que se nos venía encima un tsunami jamás visto que trastornaría nuestras vidas de arriba a abajo. Las reacciones humanas son a veces insoportables: el autoaplauso como respuesta al pánico.

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