La Provincia - Diario de Las Palmas

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Volando bajito

Marisol Ayala

Sentenciada por la histeria

Estos días he visto un documental sobre Rocío Wanninkhof, asesinada en 1999 en Mijas (Málaga). Me interesan estos trabajos de investigación cuando sus autores intentan llegar al final de la trama con datos y testimonio de quienes hace 20 años vivieron de cerca el caso, la desaparición y muerte de Rocío. Muerte por la que una mujer cumplió 17 meses de prisión sin existir un solo dato consistente contra ella, o sí, un par de líneas en la sentencia condenatoria que la señaló como «lesbiana y de carácter fuerte». La investigación policial fue dibujando un perfil para finalmente señalarla como culpable.

El documental que comento está en Netflix pero hay otro sobre el caso en HBO en el que Dolores Vázquez, acusada sin pruebas, contará su verdad, la que jamás creyó nadie, lo que convierte ese trabajo de investigación en muy interesante; ojalá, tal como amenazó Dolores durante el proceso, «no me hagan sacar los trapos sucios», dijo. La voz de Dolores es un plus de interés. Ojalá hable. Parece que ha sido Dolores la que negoció el documental con HBO. El caso Wanninkhof es un error judicial que fue creciendo cuando en un ambiente de histeria popular creado por los medios de comunicación en un juicio plagado de irregularidades Dolores Vázquez fue declarada culpable de la muerte de Rocío Wanninkhof por un jurado popular en 1999. Unos años después el caso dio un vuelco al resolverse otro asesinato posterior que dejaba al descubierto errores en la instrucción. Entre las mil irregularidades del proceso tengo fijada en la memoria la presión social, una jauría humana que en su primera aparición pública para gritarle al mundo que era inocente se escuchaban a los ciudadanos gritando «asesina». A Dolores nadie le pidió perdón. De hecho, la madre de Rocío cuestionó su puesta en libertad y hasta hace poco seguía llamándola «la asesina de mi hija».

¿Eso no es delito?

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