La Provincia - Diario de Las Palmas

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Marrero Henríquez

Escritos antivíricos

José Manuel Marrero Henríquez

Posillos

Ante la disyuntiva del horóscopo o el poso de café el inmunizado prefiere el poso de café. Entre otras cosas porque el futuro del horóscopo lo escribe un vidente descerebrado a kilómetros de distancia y los posillos de café están ahí, a la vista, y los lee alguien que ha hecho café y lo ha invitado a tomarse una taza, que siempre es de agradecer. Eso sí, el inmunizado sólo aceptará el juego de la lectura de los posillos de café si el café es de calidad y de tueste natural. Ni en pintura quiere saber nada de café torrefacto.

Porque no puede ser lo mismo leer los posillos de un café torrefacto que los de un café natural. Con toda seguridad el café natural dará un versión de futuro más limpia, agradable y sana, una visión en la que el aroma y el placer se enseñorean de manera mesurada en la vida de las personas y de los animales y de las plantas y de las cosas, y en la que la convivencia social transita apacible y sin sobresaltos. La versión de futuro de los posillos de café de tueste natural es la favorita del inmunizado.

El café torrefacto es traicionero. Parece sabroso pero en realidad está carbonizado, es tóxico porque el tueste de café torrefacto se consigue con azúcar que se quema y ese azúcar caramelizada es una rica fuente de dioxinas, que son un potente cancerígeno. Y no sólo ese dato de impecable objetividad científica es el que hace que el inmunizado escoja la lectura de los posillos de café de tueste natural, es el sabor mismo de lo torrefactado el que desagrada a su paladar y el que agrede a su estómago.

El inmunizado no acaba de entender por qué en las cafeterías de Canarias abunda tanto el café torrefacto. Sí, es más barato, pero no lo suficiente como para que nadie vaya a enriquecerse. Tal vez se confunda la potencia del sabor con la fuerza del sabor, porque el sabor torrefacto es potente, pero fuerza, lo que se dice fuerza, no tiene ninguna, al contrario, es tan potente que no hay manera de saborear matices, ni detalles, ni sutilezas. El café torrefacto es un café burdo, bruto, hecho para paladares torpes, que confunden la violencia con la energía y la apariencia de fortaleza con el vigor profundo.

La lectura de los posillos de café torrefacto no la quiere el inmunizado para el futuro por venir, porque de seguro que alimentará un agüero nefasto, con resonancias de ceniza y fuego. El inmunizado quiere que sean los posillos de un buen café de tueste natural los que dicten los renglones de un mañana ameno, apacible, oloroso, intenso sin estridencias, sonoro sin ruidos, alegre sin carcajadas.

A pesar de las preferencias señaladas, el inmunizado quiere dejar claro que no cree en la lectura de los posillos de café, sea el café torrefacto o sea natural, y que muchísimo menos cree en el horóscopo, en la bola de cristal, en las cartas o en las señales que puedan verse en las entrañas de las aves o en la forma de las nubes.

El inmunizado cree en la paciencia y en el esfuerzo, y lo cree a pies juntillas. Cree también que el trabajo dignifica, realiza y satisface cuando se trabaja en lo que gusta. Y cree también que si a la suerte de trabajar en lo que gusta se la acompaña de una taza de buen café de tueste natural, entonces sí, los posillos que queden en el fondo de la taza serán figuradamente miel sobre hojuelas para un futuro de indudable felicidad.

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