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En voz baja

Rubén Reja

Abandono

Abandono humanitario vergonzante. Este es uno de los calificativos de la estampida humillante de tropas estadounidenses en Afganistán. Las dramáticas imágenes de miles de personas desesperadas en una huida hacia ninguna parte han dado la vuelta al mundo y han provocado el sonrojo de los mandatarios internacionales. El aumento de la inestabilidad de la región, además de insuflar una factible crisis de refugiados, deja en la estacada a miles de familias, que temen por sus vidas. Ese intento de fuga desesperado no es caprichoso.

Pese que los talibanes aseguran que no habrá represalias, esta toma del poder de los extremistas supondrá un revés a la democracia y una persecución feroz de las mujeres, que volverán a la peana social en un mundo donde hasta un animal tiene más derechos. LA PROVINCIA, que estuvo en febrero de 2009 en esta tierra hostil pudo comprobar in situ por aquel entonces la dureza de la piel de Afganistán y cómo vivían las tropas españolas en Herat y en especial el destacamento Soria 9. «Una tierra árida, sinuosa, de montañas inertes que invitan a huir de allí lo antes posible. Su paisaje y su clima no ayudan. Temperaturas extremas, que congelan los huesos en invierno y que achicharran los rostros durante el verano. La población de poco más de 1,4 millones de habitantes malvive en una zona que, al igual que el resto del país, es un semillero de terroristas». Este párrafo es parte de una crónica que parecía el preludio de lo que estos días acontece en una nación rota y sin futuro como los 102 muertos españoles fallecidos en las dos décadas de misión frustrada. Entre ellos, el cabo Cristo Ancor Cabello, cuya vida se la llevó por los aires una mina antiblindados.

Al margen del argumentario político que subyace en el fondo y que ha llevado a Estados Unidos a abandonar el país, las condiciones de esta cobarde operación salida es responsabilidad directa del presidente Joe Biden, que no quiere mirar atrás cuando el principal dirigente de los talibanes es un ex preso de Guantánamo, liberado por los propios americanos. Pero la culpa también es de la ONU, que actúa a destiempo y de los países que fueron partícipes de la coalición internacional que debían trabajar por implantar la democracia y fracasa estrepitosamente. Por el contrario, los talibanes han sido y serán un grupo extremista responsable de ejecuciones directas, castigos corporales y hacedores de una represión asfixiante sobre el género femenino. En este abandono pusilámine pierde Afganistán y pierde el mundo.

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