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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Tres vírgenes para un milagro

A principios del siglo XVIII el entonces obispo de Canarias, monseñor Bernardo de Vicuña Zuazo, rindió visita a Tenerife y ante las súplicas de las autoridades civiles y eclesiásticas realizó una suerte de exorcismo – me cuenta mi benemérito amigo Miguel Ángel Clavijo – para detener cierta actividad volcánica en la isla. El propio obispo –que había sido también inquisidor -- quedó impresionado por las explosiones y temblores. Tan impresionado que se negó a dormir en el Convento de San Nicolás, en La Orotava, porque estaba convencido que se podía venir abajo y sepultarlo, así que se instaló en una rudimentaria cabaña levantada en una huerta situada justo enfrente. Todavía de madrugada lo encontraron tieso como una mojama, probablemente muerto por un infarto o un derrame. A Vicuña, que había nacido en Logroño, nadie le hubiera podido decir que moriría de miedo o angustia por los rugidos un volcán que –pensaría tal vez alguno de sus feligreses -- se negó a ser exorcizado.

Ahora, como el volcán de Cumbre Vieja ha entrado en una juventud cruel y desatada, se ha decidido sacar a tres vírgenes para que se detenga el proceso eruptivo. Tres mejor que una, por supuesto, como demuestran Los ángeles de Charlie o Las Trillizas de Oro. El don Bernardo que nos ha tocado 300 años después ha preferido la discreción y lo ha llamado “un gesto”. Cualquiera puede ver las imágenes: un sacerdote elevando la cruz con un grupo de fieles detrás y allá, al fondo de la noche, la lengua de fuego que parece retorcerse entre tinieblas. Da mucha grima. He leído reacciones furibundas de simpáticos anticlericales como yo, pero no estoy por la labor de merendarme tallas policromadas. El sufrimiento acumulado – y el cansancio indescriptible que genera la combinación de dolor e incertidumbre – es tan intenso que transforma esta rogativa en una anécdota chusca. Por supuesto que me parece penoso. Por supuesto que no puedo dejar de reflexionar durante dos o tres minutos en los tejemanes de los bernardos que si creen que tres figuritas pueden parar un fenómeno geológico no deberían asumir ninguna responsabilidad al frente de un colectivo de personas adultas, y si no lo creen, actúan simplemente como unos farsantes. Pero están ocurriendo tantas cosas, y tan lacerantes. Los pueblos y las comunidades, como los individuos, necesitan de la memoria para mantener su identidad. Somos lo que recordamos. A cientos de palmeros la lava no solo le han hurtado para siempre la casa, la finca o el negocio: les han despojado del espacio de sus recuerdos como si las arrancasen la piel a tiras. A latigazos de fuego.

Por lo demás las vírgenes se han equivocado. Ayer pudo saberse lo que algunos barruntaban. La Confederación Española de Enpresarios anunció que no asistiría a más reuniones con el Ministerio de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones hasta que no se mee sobre los autónomos palmeros. Es muy sencillo: en una disposición adicional del Real Decreto ley 18/2021 se establecía la posibilidad de que los autónomos afectados por la erupción de Cumbre Vieja pudieran acceder a una prestación extraordinaria. Pues bien: los autónomos y empresarios afectados por la actividad volcánica quedan excluidos si no se dan de baja como autónomos y despiden a sus trabajadores. Además estarán obligados a devolver las bonificaciones por la pandemia recibidas hasta la fecha. Esta sucia canallada – que afecta a más de 5.000 autónomos y pequeños empresarios palmeros -- se ha comunicado a los afectados sin que a nadie le tiemble el pulso. Las tres vírgenes no deberían acercarse a Cumbre Vieja, sino manifestarse, bajo el signo de la Cruz, frente a la Delegación del Gobierno en La Palma. Porque que estos tipos cumplan sus compromisos y actúen con diligencia y solidaridad va a suponer un auténtico milagro.

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