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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

La ‘geringonça’ y Frankenstein

Pedro Sánchez ve allanado el camino presupuestario y, para adelantar elecciones, no encuentra paralelismo con Portugal donde el Gobierno socialista de António Costa está a punto de caer por la falta de apoyo de sus viejos aliados de la izquierda que lo sustentaron inicialmente con la famosa geringonça. Al contrario que Sánchez, Costa no puede recurrir al chantaje nacionalista para salvarse, y en Portugal, a diferencia de España, las urnas son convocadas por el jefe de Estado, en su caso el presidente de la República, en vez del jefe del Gobierno.

Pero sí existe, en cambio, un paralelismo en el modelo elegido por los socialistas ibéricos para alcanzar el poder. Quien no esté familiarizado con el término debe saber que geringonça significa en portugués un mecanismo frágil, mal construido y de funcionamiento precario. Se debe al periodista Vasco Pulido Valente, que lo utilizó para titular una de sus crónicas políticas, y equivale al Frankenstein que ingeniosamente acuñó Rubalcaba. Geringonça sirvió para motejar al gobierno que asumió el poder en el país vecino en noviembre de 2015, liderado por el primer ministro socialista Costa mediante acuerdos con tres formaciones catalogadas de extrema izquierda: el Partido Comunista Portugués (PCP), Bloco de Esquerda y Os Verdes, que si bien partían de planteamientos moderados terminaron confluyendo con los dos anteriores. Igual que aquí se instrumentó la moción de censura a Rajoy, aquel gabinete luso se formó por necesidades prácticas del guion tras los cuatro años de gobierno de centroderecha de Passos Coelho, que se había coligado a su vez con los conservadores. Passos Coelho no logró mantener su mayoría en el Parlamento después de aplicar la política de austeridad exigida por la UE y fue derribado por la coalición que recibió el epíteto despectivo de geringonça por parte de los analistas políticos. Con una mayoría algo más desahogada, pensó que seguiría recibiendo el apoyo de los incómodos socios, que ahora han dejado a Costa en la estacada presupuestaria y con las elecciones como única salida.

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