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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

El fin del ómicron, la mejor lotería

Sin duda alguna, la lotería es un chute proenergético en un mundo absolutamente desquiciado con el ómicron, y más si el agraciado es una persona que se convierte en millonario el mismo día en que empezaba su etapa de parado.

La existencia tiene vectores que tiran de un lado y de otro, dando lugar a situaciones insospechadas y felices, también amargas. El rodaje del bombo dorado y las voces cantarinas de los niños de San Idefonso constituye, sin duda alguna (y repito), la escenografía del optimismo y la salud en un mundo petrificado y desmantelado por una enfermedad para corredores de fondo.

Las bolas de la suerte o las de la vida sigue igual vienen a ser el símbolo de un 2022 que se encuentra a la vuelta de la esquina: la fortuna o no fortuna, la dicha o la desgracia de contraer o no el coronavirus y acabar con alguna gravedad, levedad o no, síntoma o no, ingresado o no, con tos o no, con moquillo o no... Todos los puñeteros ying yang que concibe esta dolencia mala y perversa, odiosa y que nos hunde en la miseria desde hace bastante tiempo, sometida a informes contradictorios que elevan o disminuyen los peligros que nos acechan en el campo de minas. Los agraciados deben elevar -con mascarilla- su jolgorio hasta lo más alto, pero la mejor lotería sería que desapareciera de la faz de la tierra el miserable ómicron para poder vivir en paz, sin la sensación de que somos unos fugitivos que intentamos escapar hasta la guarida más inmaculada y aireada. La suerte rotunda rodea a los habitantes de La Palma, a punto de cumplir el plazo para la muerte circunstancial del dañino volcán de Cumbre Vieja. El hecho de que puedan marcar con una cruz en sus calendarios el paso de los días y el acercamiento del final provoca, sin duda alguna (y repito), una envidia sana. Un horizonte del que carecemos con la pandemia, intratable a la hora de cerrar de una vez por todas la cancela y sus candados. Volvemos a mirar con ojos de suplica al científico, que una vez más pasa a ser el oráculo del que esperamos un veredicto concluyente sobre esta especie de peste.

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