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Reflexión

Ni Edgar Alan Poe

El horror solo lo produce el terror. El doblegar la dignidad rompe el límite de lo humano, y su acto irracional indigna siempre. Morir a la intemperie, atado de manos, arrojado a una fosa común o con un tiro en la cabeza, o desfigurado por las torturas, un coche con numerosos cadáveres quemados, solo puede producir náuseas. Un hedor muy particular recorre los rincones de cada calle y queda impregnado en las ropas. Los periodistas de guerra dicen que es diferente a los muertos de Alepo. El clima hace su efecto.

El terror, el encarnizamiento sufrido por las víctimas, que le ha sobrevenido por otros de manera impune, va dirigido a otros, a aquellos que lo miran y contemplan, como una devastación, como algo no creíble como algo sin respuesta. El estrellar aviones en las torres gemelas obedece a esta estrategia.

El terror, individual o de los estados o sectas, es una herramienta social despiadada, para predecir y condicionar el comportamiento de los demás. Su visibilidad denota su mensaje. Todo para crear climas de tensión o angustia o miedo insuperables que luego concluyen en finales intensos. Además de hacer visible el efecto de la amenaza tienen otra función relacionada con la identificación, con generar indefensión colectiva.

Este horror supera la novela de Edgar Allan Poe (Boston 1809- Baltimore 1849). En El demonio de la perversida trata esencialmente de los impulsos autodestructivos que mueven al narrador. El narrador describe este principio como un agente espiritual que obliga a las personas a hacer cosas por el mero hecho de que no deberían hacerlas, el espíritu de la perversidad que hace que las personas hagan cosas malas sin conciencia alguna se representa como un demonio. El espíritu de los imperios siempre ha llevado al terror y al horror. Allan Poe trabajó con maestría la descripción de lúgubres escenarios y nos lleva hasta lo mórbido y macabro situaciones de la vida cotidiana. ¿Acaso se necesita explicar el horror en el cine? Pues Tal Zimmerman lo intenta en su documental, Why Horror?

Es como si el horror nos ayudará a identificar nuestras posibilidades de encarnizamiento aunque no sabemos sus motivos o sus motivos sean infundadas para la lógica humana o las matemáticas. Muerte y culpa son, en Poe, un fin a partir del cual dar rienda suelta a sus inquietudes como artista y persona; resultan dos «temas» inagotables y vastos que pueden definir al hombre como especie en su completa totalidad. En el caso de los crímenes contra civiles en Bucha o en la estación de ferrocarril es un auténtico encarnizamiento y es como si los crímenes tuviesen su propia anatomía. Parece que lo macabro envilece a los estados sectas.

Lo lamentable es la ambigüedad. Resulta intolerable que los regímenes democráticos hayan visto delante de sus ojos este deleite durante muchos años, y su silencio fuera visto como una autorización, gracias a la prensa y a las tecnologías online y a la determinación de un pueblo, se dijo basta. Los refugiados, aún hoy, reciben un trato desigual en la vieja Europa y nuestra tierra sufre y vive esa falta de «comunidad» de derechos.

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