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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

La rabadilla de sus señorías

Los sillones suelen ser almas gemelas de la espalda o de los glúteos de su propietario. Con el tiempo, se llenan de bultos y deterioros que sincronizan con el organismo humano. Si alguien extraño se sienta en ellos, de inmediato emite una queja por lo incómodo que le resulta. Pero para su dueño es el mejor lugar para leer un libro o ver una serie televisiva. De hecho, se opone igual que un perro gruñón a la decisión de que sea tapizado o sustituido por uno nuevo. En el Parlamento de Canarias se han lanzado a un plan renove de los sillones sin tener en cuenta estos asuntos, por lo que no sabemos de qué manera influirá el cambio en la acción política: seguro que empeorará. Al conocer el precio de los asientos por barba o culo (a 1.238 la pieza, un total de 105.000 euros por 85 poltronas), pensé en los inodoros japoneses, los washlets, que incluyen la higiene anal, el lavado del bidé, el calentamiento de los asientos y la desdorización, según sus vendedores. Un lujo asiático que ya empieza a extenderse entre la clase profesional que cuida al máximo sus ámbitos escatológicos y le encanta la domótica. Las diputadas Vidina Espino y Noemí Santana no se han tragado la pluma que se ha marcado Gustavo Matos, y creen que se puede seguir haciendo infrapolítica en los viejos sillones de la cámara. ¿Por qué se ha tomado la decisión? No sé, lo mismo hay un informe de un traumatólogo, una opinión de un fisioterapeuta, o bien hay un representante/a del pueblo al que no le sienta el material y le chorrea la espalda de un sudor bárbaro hasta el canalillo correspondiente. Ni idea sobre la determinación. Lo mejor es no perderse las ofertas de los que concursan para hacerse con el cuidado de la rabadilla y juntas colaterales. Ebanistas, tapiceros, diseñadores y curtidores pujarán por hacerle la vida más agradable a los sacrificados parlamentarios. Habrá que probar una por una las ofertas y observar el rictus que se les pone a sus señorías.

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