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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

Juguetes para aprender a ser hombres

Llega a la gran pantalla la historia de Buzz Lightyear, un personaje de Pixar que conocimos en Toy Story. En realidad aquel era el juguete y este se supone que es el de «verdad». Ambos son una parodia de las llamadas figuras de acción.

Hoy se estrena Lightyear, la última producción de Pixar. Quien haya visto las películas de Toy Story no necesitará demasiadas explicaciones para situarse. El filme narra la historia del astronauta que habría inspirado al juguete que rivaliza con el cowboy Woody para ganarse el cariño de su propietario, un niño de 7 años llamado Andy.

Con la novedad que ahora llega a la cartelera, sus creadores dan un paso más en la expansión de un universo de ficción que, desde hace más de un cuarto de siglo, se ha convertido en uno de los grandes referentes de la cultura popular infantil. Y de la adulta también, para qué negarlo. De hecho, en la trama hay muchos guiños que solo se entienden si ya llevas varios años arrastrándote por el mundo, empezando por la forma de ser el protagonista de la película que se estrena hoy.

Buzz Lightyear es una parodia de las llamadas figuras de acción, o sea unos muñecos articulados pensados para niños, pero no para niñas. Antes de que los lectores inunden el buzón del periódico para quejarse por este comentario, déjenme que me explique. En 1959, Mattel puso a la venta a la famosa Barbie (a la que, por cierto, ya dedicamos un artículo) y fue un éxito de ventas. Entre las niñas. Como los niños no querían saber nada de aquellas muñecas, los fabricantes iban locos por encontrar una especie de versión masculina de aquella estilizada chica de melena rubia. Lo logró Hasbro con los G. I. Joe, unos soldados de plástico vestidos con diferentes uniformes del Ejército estadounidense. Como se consideraba que la palabra doll («muñeca», en inglés) tenía connotaciones femeninas, a la hora de promocionarlos se buscó un término alternativo y así nació el concepto action figure, o sea figura de acción. La cosa funcionó a las mil maravillas y enseguida se convirtió en uno de los juguetes preferidos de los muchachos. Además, otras compañías crearon productos similares para intentar hacerse con una parte de ese nuevo y suculento pastel.

Además, tanto Hasbro como el resto de marcas, tuvieron la habilidad de esquivar lo que pudo ser un éxito efímero, cuando por culpa de la guerra de Vietnam las fuerzas armadas perdieron el áurea heroica que se habían granjeado durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces presentaron nuevos modelos como un agente del FBI, un piloto de avión, un explorador, un submarinista... Y poco después también se diseñaron otros como parte del merchandising de las producciones audiovisuales: películas como Star Wars, los cómics de Marvel, series como las Tortugas Ninja o los Power Rangers, y por último, los videojuegos como los Pokémon... todos han tenido sus figuras de acción.

Una de sus características es que son mucho más articuladas que las muñecas estilo Barbie, más rígidas y estáticas, lo que limita la posibilidad de interacción entre el juguete y quien lo manipula. Por tanto, mientras unos muñecos permiten movimientos más activos, las otras tiene que ser más pasivas. Y oh, qué casualidad, esto concuerda con la concepción de los géneros masculino y femenino que se tenía en el siglo XX y que todavía perdura a estas alturas del XXI. Y no será que no se han hecho campañas para desvincular los juguetes del género para que todo el mundo juegue con lo que le dé la gana. Sobre el papel, estos buenos propósitos son aplaudidos y, de hecho, ya se perciben algunos cambios de actitud. Pero los expertos apuntan a que no es bidireccional. O sea, la sociedad empieza a aceptar que una niña se entretenga con juguetes masculinos, pero ay cuando un chiquillo se atreve a hacer lo mismo con una Barbie, por ejemplo...

Nos guste o no, los juguetes contribuyen a la construcción social del género. Y para mucha gente todavía perdura la idea de que el masculino y el femenino solo pueden ser de una sola forma. Conscientes de ello, los productores de Lightyear han acompañado al protagonista de una secundaria, que es mujer y negra. Porque aquí hemos hablado de género, pero también deberíamos hacerlo de clase social, etnia y religión. El mundo es diverso y así debería representarse, para incluir a todos y todas. Incluso un astronauta perdido en el hiperespacio es capaz de verlo. 

Madelman

Una versión española

Los Madelman fueron la versión española de los G. I. Joe. La idea surgió de los empresarios Andrés Campos y Josep Maria Arnau que, tras visitar Estados Unidos a finales de los años 60, quisieron reproducir el negocio de las figuras de acción a nivel local. Fue tal el éxito de la propuesta que su nombre todavía resuena en la memoria de los que fueron niños durante los años 70 y 80.

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