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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

‘La bestia’ debe ser la bestia

Ya rueda por la calles de Madrid La bestia, como llaman a la limusina One del presidente Biden, una especie de sarcófago andante reforzada de metales raros y no tan raros, preparada para todos los obstáculos conocidos y desconocidos. El caparazón de chatarra y microelectrónica que recubre al poderoso anciano se erige como la representación más deseable, la que todos querrían, de los Estados Unidos de América: la bestia capaz de aplastar sin miramientos al enemigo Putin. Nadie se pregunta, ¡faltaría más!, por el combustible que fagocita el insaciable carro de fuego, ni por las emisiones que escupe a la atmósfera, ni si su peso descomunal pone en peligro la estabilidad estructural de una calle, ni si el sueldo del guardaespaldas encargado de dominar su terrorífico caballaje es justo o no... Lo único que se desea con fervor es que el alma de la bestia mecánica insufle de energía el alma de su mandatario, y así las fronteras de Europa pasen a ser un bestiario de armamento y efectivos humanos contra Putin. El rugido de su motor se asemeja a la contención milimétrica de un ejército que espera nervudo la orden para iniciar el ataque. El desestabilizador ruso, que ha vuelto a llenar el planeta de incógnitas, reactiva la importancia del acaparamiento de armas, la concentración de tropas en grandes frentes para dañar la moral del enemigo, la rentabilidad de las viejas bases, el encendido para la fabricación de armamento a destajo, el fin de la neutralidad, el miedo a la ocupación, el apagón del pacifismo, el silencio del discurso antibélico, la pérdida del espíritu del diálogo frente a un oponente descontrolado, el pánico ante el botón nuclear... La bestia entra con su morro insolente por la puerta de Ifema y empotra su vientre alicatado con toneladas de minerales contra la mesa de la OTAN. Reparte bufidos y acelerones, los ruidos internos de una especie de máquina interminable llena de gases y líquidos en permanente eclosión. El Tío Sam está insaciable y reclama hasta botones de latón dorado para las americanas. Y por la noche quiere irse de tapas.

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