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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

La bala de Kirchner

La airada reacción militante de las masas en Argentina por el aparente asesinato fallido de Cristina Kirchner es precisamente lo que impide creer en la verosimilitud del atentado. No es únicamente que se dude del tipo al que se le encasquilla la pistola cuando va a disparar, aunque el arma que manejaba contenía cinco balas, ninguna de ellas alojada en recámara. A sabiendas de que cualquiera se puede equivocar y de que la desconfianza es un líquido venenoso en la era de la desinformación, dudamos de la supuesta víctima y de la mentira populista que encierra el peronismo a lo largo de su historia. Es prudente creer pero también lo es no fiarse de quienes nos han engañado más de una vez y tampoco encuentran inconveniente en recurrir a la manipulación para salir beneficiados cuando se ven con la soga al cuello. El peronismo ha sido una reiteración instrumental de los hechos en la trayectoria argentina del siglo pasado y también en lo que llevamos de este. Por eso es capaz de despertar cualquier sospecha entre seres racionales.

La instrumentalización, además, prosigue. Los seguidores de la vicepresidenta, acusada de delitos sucesivos de corrupción, han aprovechado el intento de asesinato para continuar invocando el victimismo y denunciar que el atentado se debe al odio propagado contra una misma persona por los editoriales de prensa, los discursos violentos y la oposición. Resumiendo, Kirchner es la víctima propiciatoria en un insoportable clima de revancha. Lo dicen y comentan los propios ministros peronistas. Probado está que si algo saben hacer, además de esquilmar el país, es agitar las masas cuando la situación se vuelve contra uno de los suyos, como en el caso que nos ocupa.

No ayuda tampoco a mitigar la desconfianza el hecho de que la vicepresidenta confesara no haberse dado cuenta de que una pistola le rozaba el rostro y tampoco advirtiera que alguien a menos de un metro de distancia pretendía acabar con su vida.

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