La Provincia - Diario de Las Palmas

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Manuel Wood Wood

Punto de vista

Manuel Wood Wood

Reflexiones preelectorales

Con el inicio de los ruidosos desplazamientos políticos desde los sillones municipales a los cabildicios y desde los nacionales a los locales o viceversa, se me antoja que también es hora de que, nosotros, los votantes, los ciudadanos, nos afirmemos o desplacemos nuestro voto a la hora de ejercer nuestra libertad en la política.

En estos momentos previos a lo que pomposamente han bautizado como la fiesta de la democracia nos abruman con proclamas combativas, mensajes populistas o repetidos eslóganes con el fin de estimular emociones que, en ocasiones como a la que aquí me refiero, resultan imposibles de resucitar.

Por su compromiso voluntario con la ciudadanía en cuanto gestor de los intereses generales, al político debe exigírsele un alto nivel de dignidad y respeto hacia sus conciudadanos. Tal respeto se concreta principalmente en la honradez en la administración de los intereses generales de la sociedad y, a esto voy, en la integridad a la hora de evaluar su trabajo. De la política hay que saber marcharse a tiempo. Conviene mirar hacia atrás, considerar el momento en el que se entró y el tiempo en que se estuvo. Tras el balance, ya sea positivo, negativo o mediocre se toma la decisión adecuada: ahí también radica la dignidad.

Es lamentable que tanto los políticos como los ciudadanos hayamos llegado al extremo de considerar que es suficiente con que aquel no haya sucumbido a la corrupción. Doy por supuesta la integridad, pero, ¿y los logros? ¿la gestión? La labor del político de raza, que no del profesional, es transformar la normalidad por la excelencia, lo ordinario por lo extraordinario y eso se aprecia en su capacidad de gestión, en su talento para la innovación, en la claridad, la transparencia etc. Me temo que en muchos aspectos, la supuesta mejoría o transformación ha ido a peor.

Hace escasas fechas nuestro alcalde presentó su candidatura al Cabildo como un reto que asume con “coraje y ganas” para “conquistar Gran Canaria”. Perdón, pero para conquistar el futuro tenemos que conquistar primero el presente. Y el presente está a la vista: una ciudad dejada, desamparada, gris, caótica, ruidosa, sucia, ….

Ahora, a punto de dar por terminada la gestión municipal, como por ensalmo, aparecen dineros, flotas de automóviles para la guardia municipal, contratos de limpieza, arreglos y 94 proyectos para hacer una ciudad mas sostenible. Estas maniobras de última hora ya solo no convencen sino que suponen un insulto a la ciudadanía. El daño ya está hecho y va a hacer falta tiempo y esfuerzo para recuperarnos de estos años de gestión urbana y para limpiarle la cara a esta ciudad.

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