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Foro Prensa Ibérica | Conferencia del presidente del Gobierno

Antonio Cacereño

Y a pesar de todo, un mañana

Hace menos de una semana que Canarias ha hecho frente a uno de los mayores fenómenos meteorológicos de la historia de la región. Se esperaban las precipitaciones más importantes de la última década, pero en lo que a agua se refiere, los pronósticos se vieron superados. Por fortuna, el temible viento, que siempre lo complica todo, no hizo acto de presencia y no propició que la situación empeorara. Durante el fin de semana pasado se registraron abundantes precipitaciones, poderosas escorrentías, destrozos en algunas carreteras, caídas de árboles y elementos de las fachadas, cancelaciones de vuelos, apagones de luz,… Cayó, como se dice vulgarmente, la del pulpo.

Sin embargo, la sensación es que para todo el agua que se recibió entre el sábado y el lunes todavía podemos contarlo con cierta satisfacción, efectivamente, en positivo, en la línea de la Canarias en positivo sobre la que giró la conferencia que el presidente Ángel Víctor Torres impartió ayer en el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria en un acto organizado por LA PROVINCIA / Diario de Las Palmas y El Día / La Opinión de Tenerife cabeceras ambas de Prensa Ibérica en Canarias, con la colaboración de Astican, JTI, Satocan y Riu.

A la vista de cómo ocurrieron los acontecimientos del 22, 23 y 24 de septiembre no extraña que haya cierta sensación de enorme alivio y de sacar pecho. Entre todos. Desde las unidades encargadas de alertar, a los grupos de trabajo responsables de aliviar la situación sobre el terreno, hasta los ciudadanos que evitaron desplazamientos innecesarios, casi que se confinaron, como elogiable medida de precaución.

Las cosas funcionaron. Uno desconoce a ciencia cierta si se trató de la experiencia ya acumulada, pero las predicciones acertaron, los equipos cumplieron con su tarea y todos podemos estar tranquilos de que no se sufrieron daños personales.

Al presidente, como ya es habitual, se le vio cercano y pedagógico, no olvidemos que es maestro. Y ya experimentado. Su mensaje del viernes 21 fue conciso y claro: no habrá clases el lunes, suspensión de todas las actividades, evitar los desplazamientos, y hacer todo lo posible para autoprotegerse y evitar daños.

La legislatura que enfila su recta final será recordada por la concatenación sin solución de continuidad de no pocos percances de gran calado. Solo por apuntar los más dramáticos: incendio en Gran Canaria -el tercero de mayor importancia en la historia moderna de la región y, sin duda, el más virulento de los que hemos conocido-; pandemia con confinamiento, cierre absoluto de la actividad turística y muchas otras más con su consiguientes efectos devastadores sobre la economía, adquisición de materiales sanitarios en momentos de acaparamiento internacional y distribución de vacunas con éxito; llegada masiva de inmigrantes en pateras, cayucos y barcazas, que provocó una espantosa debacle humanitaria en el muelle de Arguineguín, donde se hacinaban durante días los africanos que no podían ser atendidos en condiciones dignas; y, ahora, una guerra en el corazón de Europa que golpea de nuevo a la economía a través de una escalada de precios y una pérdida de poder adquisitivo que remueve los vacíos bolsillos de la ya castigada, crisis tras crisis, clase media isleña.

Tiempos convulsos los de su mandato. A los que ha tenido que hacer frente improvisando soluciones a problemas desconocidos. Tiempos en los que la incertidumbre se ha convertido en algo habitual. Convivir con ella como si se tratara de la normalidad. Asumirla, incorporarla al día a día. Adaptarse y reinventarse. Es lo que parece que debemos hacer todos. Y en esto, más que ningún otro presidente anterior parece haberse convertido Ángel Víctor Torres en un suerte de sabia referencia de canas blancas.

En este contexto y con este bagaje, Torres habló ayer de una Canarias en positivo cuando tras los rigores de la pandemia ya ni siquiera la palabra positivo tiene sus tradicionales atributos. El presidente se elevó sobre las plagas que han azotado su mandato para recordar que les hicimos frente y seguimos en pie pese al dolor y la tristeza vivida. Y que son un claro ejemplo de que este cuerpo social que vive, sueña y padece en el Archipiélago tiene capacidad para hacer frente a los retos que tenga que acometer o se vea obligado a afrontar para salir adelante.

Ángel Víctor Torres esgrimió frente al debe, el haber de poder presentar a pesar de los pesares un trabajo que toca a los ciudadanos valorar. Su lista, a su juicio, incluye convenios colectivos más justos como consecuencia del esfuerzo de diálogo y entendimiento entre empresas y trabajadores auspiciado por la administración; impulso a la redistribución de la riqueza y a la contratación indefinida; políticas sociales y de vivienda; educación infantil de 0 a 3 años; aumento del personal sanitario y del número de camas; impulso a las energías renovables y a la denominada economía azul; la consecución del Centro Nacional de Vulcanología; el esfuerzo, cuyos frutos están por ver, para traer a las Islas la Agencia Europea del Turismo o la Agencia Aeroespacial Española; desarrollo de una ecomomía de las estrellas con la captación de los mejores telescopios del mundo; opciones de convertir la región en sede del Mundial de Fúbol; captación de inversiones de futuro,... Y pronto, ejercicio de la Presidencia de las Regiones Ultraperiféricas; escenario del primer encuentro de islas turísticas europeas, y anfitriones de una cumbre de la OCDE.

La valoración que los canarios hagan de su gestión en tiempos de dificultades la conoceremos el año que viene. Luego, los pactos y los acuerdos políticos, inescrutables, decidirán.

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