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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Incomodidades

Nueva Canarias y Podemos están muy molestos por lo que consideran –poco más o menos– una exhibición españolista del PSOE, el socio mayoritario del Gobierno autónomo. Parece que este furibundo españolismo se sustancia en la iluminación con los colores de la bandera española de varios edificios públicos y en la presencia del presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres, en el desfile militar del 12 de octubre en Madrid, en el que participó un destacamento de la policía autonómica. Tremendo. Solo en un país tan zoquete como este puede considerarse denunciable que el día de la fiesta nacional se iluminen cuatro o cinco edificios públicos con los colores de la enseña constitucional. Torres asistió, en efecto, al desfile conmemorativo celebrado en la capital española, exactamente igual que sus antecesores en el cargo. ¿Y qué es lo que resulta impertinente en la participación de la policía autonómica en el desfile de Madrid?

Uno entiende perfectamente las sensibilidades nacionalistas, aunque no las comparta, y sea un triste y confeso federalista. En todo caso no basta con ser nacionalista: hay que intentar ser razonable y evitar el cinismo metódico. El Ejecutivo del que forman parte NC y Podemos es un gobierno autonómico y forma parte del Estado español. De hecho el presidente del Gobierno de Canarias es el máximo representante del Estado en la Comunidad según establece el Estatuto de Autonomía. Novocanarios y podemitas se dirigen constantemente al Gobierno central para exigir atención política, dinero y cambios normativos. Incluso suelen mostrarse orgullosos cuando, supuestamente, consiguen estos objetivos, como valientes cazadores neolíticos que vuelven con un costillar de mamut a casa. Pero si eso –las transferencias financieras, los convenios, los recursos extraordinarios– deviene posible es gracias, precisamente, al Estado autonómico. Como unos y otros no pueden criticar lo verdaderamente criticable (el incumplimiento del REF en los venideros presupuestos generales del Estado, ese miserable 22% de la inversión estatal en las Islas a 30 de junio, la indecencia de utilizar la catástrofe volcánica de La Palma como una interminable pasarela de campaña electoral) se distraen con estas sandeces. Coinciden con Vox y los sectores más reaccionarios del PP mencionando el día de la Hispanidad, cuando hace más de treinta años esa designación desapareció: que el intento de resignificar la fecha haya tenido éxito cuestionable no cambia los hechos. Ni nadie está celebrando un genocidio ni hay –por cierto– experiencia histórica nacional que no cuente con un buen genocidio en sus entrañas. Que se lo pregunten a irlandeses y a escoceses. Que se lo pregunten a los estadounidenses, a los chinos y a los hindúes.

Sinceramente: hay algo particularmente estúpido e ignorante en acusar a «España» de genocidios en América. El conjunto de reinos y señoríos que se conocía como España en los siglos XVI y XVII, no era la entidad política y el espacio de libertades y convivencia ciudadana que es ahora. Los intereses de los Habsburgo eran evidentemente dinásticos y patrimoniales antes que nacionales. Tampoco debe insistirse en que el mestizaje jugó un papel determinante en los territorios colonizados y que en México –por ejemplo– se encuentran indígenas y descendientes directos de indígenas en posiciones relevantes de la administración novohispaña y en la explotación de latifundios. El presidente Benito Juárez –el fundador del México moderno– era un indio zapoteca. Que busquen Nueva Canarias o Podemos algún cheyene entre los presidentes de Estados Unidos.

Nadie obliga a NC o Podemos a celebrar la fiesta nacional española. Sin embargo, curiosamente, ninguno de sus cargos públicos acude a su lugar de trabajo ni propone suspenderla. Hay molestias e incomodidades que no duran ni 24 horas.

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