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Reflexión

Canarias y el «ámbito espacial» de la Agencia Espacial Española

Estación Espacial de Maspalomas, en la isla de Gran Canaria. LP / DLP

Son muchas las entidades locales que han presentado candidatura a sede de la Agencia Espacial Española sin que se conozcan aún las funciones que asumirá, ni tan siquiera el campo del espacio donde deberá actuar. Sí es conocida, sin embargo, la voluntad política de determinar las sedes físicas de entidades del sector público en base a sistemas objetivos, transparentes y competitivos, integrando criterios como la cohesión territorial. Y también se conoce, cuando se constituye la Agencia Espacial Española, que uno de sus objetivos principales será la gestión de los programas incluidos en los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de carácter aeroespacial.

El PERTE Aeroespacial prevé movilizar cerca de 4.533 millones de euros entre 2021 y 2025, con una contribución del sector público de alrededor del 48% y el resto como inversión privada, y cuenta con dos pilares estructurales, el aeronáutico y el espacial, y un tercero, transversal, para asuntos complementarios y comunes. Esta estructura permite identificar el término «espacial» de la Agencia.

El primero de los pilares es el «sector aeronáutico» dirigido a capacitar la industria hacia «cero emisiones», desarrollar vehículos aéreos no tripulados y avanzar en el campo de las infraestructuras civiles asociadas y en las nuevas estructuras de espacio aéreo. Esta será, por tanto, una parte del campo de actuación que atenderá la Agencia y que se puede sintetizar como la de la «navegación sustentable», la que aprovecha una de las múltiples propiedades de la atmósfera, como es que con una superficie alar suficiente y un empuje inferior a su peso, se puede desplazar un vehículo en el aire. Ocupará la troposfera y parte de la estratosfera y será el espacio aéreo donde se manejan las aeronaves, los vehículos aéreos no tripulados, las plataformas HAPS (High Altitude Pseudo Satellite), tanto las más ligeras que el aire (aerostatos) como las más pesadas y con gran superficie de ala (aerodinos) e, incluso, el de los globos aerostáticos capaces de lanzar desde 30 km de altitud satélites pequeños a órbitas bajas, aplicando la fórmula más económica y limpia que se conoce, que no es sino llevar una lanzadera suspendida.

Este espacio termina cuando la densidad del aire es tan baja que no hay superficie sustentable que sirva y todo pasa a ser propulsión, conformando una franja difusa donde las partículas de aire no han desaparecido y seguirán jugando un papel crítico en las franjas inmediatas superiores. La Federación Aeronáutica Internacional ha establecido por convenio la altitud de 100 km como la de la superficie de separación de los sistemas de navegación, que se conoce como «línea de Kármán», lo cual sirve también para delimitar la separación entre el sector aeronáutico y el sector espacial, componiendo ambos, el espacio aeroespacial de la Agencia.

El segundo de los pilares será el «sector espacial» que comenzaría en esa franja difusa que a efectos prácticos se inicia a 100 km y llegará hasta donde la explotación comercial pierde interés para la que se puede tomar la de la órbita geoestacionaria (35,790 km). En ella, los satélites mantienen su posición con relación a la Tierra al girar de forma sincronizada con su rotación y a partir de aquí se alojan los satélites de órbitas altas destinados a la exploración espacial de los confines del sistema solar y más allá. Por debajo están los satélites de órbita circular intermedia (GPS, Galileo y otros) y los de órbita baja, entre 160 y 2.000 km, cuyo interés económico se ha evidenciado con los lanzamientos de «bajo coste» de satélites pequeños de peso inferior a 500 kg en un espacio que permite orbitar más de 60.000 satélites.

En definitiva y, al margen, de que se concreten las funciones de colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), con la NASA y con otras similares, el espacio aeroespacial que abordará la Agencia Espacial Española será, sin duda, el de la gestión de los proyectos del PERTE aeroespacial, que se desplegarán entre el nivel del mar y las órbitas geoestacionarias. En otro plano superior, por naturaleza y objetivos diferenciados, quedarán la actividad aeroespacial militar y la exploración astronómica y radioastronómica, si finalmente se desarrollara en Gran Canaria.

Pero el esfuerzo principal de análisis de ingeniería aeroespacial le corresponde hacerlo a la Administración Autonómica, que debe presentar un proyecto consistente y transparente que, entre otros aspectos, evidencie la conveniencia de que Canarias sea un enclave europeo de estudio y actividad, asociado a los lanzamientos a órbitas bajas, no el enclave de Europa para que los estudios y desarrollos externos se experimenten y se exploten aquí, sin participación activa de la región.

Canarias tiene que aprovechar su ubicación estratégica próxima al ecuador y en medio del océano para facilitar el posicionamiento de los satélites en sus órbitas inicial y de transferencia a la programada para su ubicación definitiva y ha de proteger de interferencias orbitales el espacio que necesita el IAC para realizar sus observaciones astronómicas, como ya hizo en el pasado cuando se reacomodaron aerovías o al promulgar la Ley del Cielo para evitar efectos adversos de la luz artificial.

Este proyecto tiene que facilitar la participación de la industria e institutos de investigación en proyectos como la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN) o vinculados a la navegación aérea, como SESAR, que desarrolla el espacio único europeo, la digitalización o la inteligencia artificial aplicada o la plataforma satelital Startical para mejorar la provisión de los servicios de navegación aérea de Canarias en uno de los mayores espacios aéreos de Europa utilizando sistemas satelitales para las comunicaciones piloto-controlador y la vigilancia automática dependiente en zonas oceánicas.

La propuesta ha de garantizar que Canarias sea reconocida como espacio con disponibilidades para lanzamientos ordinarios de plataformas pseudo-satelitales y globos aerostáticos dirigidos a la investigación, la vigilancia, las telecomunicaciones o los servicios 4G/5G.

Es, además, el momento de que nuestra Comunidad, que aspira a ser sede de la Agencia Espacial Española, requiera la aplicación del artículo 161.1 del Estatuto de Autonomía de Canarias para asumir aeropuertos con calificación de interés general cuya gestión directa no ha sido reservada por el Estado, para que sus beneficios sirvan en la descarbonización de los aeropuertos, impulsen la aviación eléctrica en servicios interinsulares, mejoren la conectividad con África, faciliten la implantación progresiva de la industria aeronáutica de componentes y de UAS, etc.

En este contexto puede asumir ya la gestión de los helipuertos y campos de vuelo que no estén calificados de interés general por el Estado y participar en la definición de estructuras y procedimientos de vuelo en el U-Space (Unmanned Traffic Management) que faciliten el crecimiento de sistemas aéreos tripulados en remoto, la movilidad aérea urbana y la seguridad ciudadana en costas y en la lucha contra-incendios.

Finalmente, el Observatorio del Transporte Aéreo de Canarias considera esencial que la sede física de la Agencia Espacial Española se encuentre en la región y que la decisión sobre su ubicación concreta se adopte de forma natural en el momento pertinente por la Administración Autonómica reconociendo los factores objetivos diferenciales que existen. Sin embargo, la Orden que establece los criterios de selección de sede requiere priorizar si hubiera más de una aspirante y, en ese caso, se debe recurrir al análisis general expuesto sobre el campo de actuación de la Agencia.

En consecuencia, aun reconociendo el mérito del Proyecto del Stratoport para HAPS y UAS, es objetiva la calificación de excelencia consolidada de la Estación Espacial de Maspalomas para la explotación de servicios satelitales de las órbitas bajas y son hechos irrefutables y exclusivos en la Región, la labor de investigación, desarrollo e innovación que desarrollan desde hace años IDeTIC (Instituto para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación en Comunicaciones) e IUMA (Instituto Universitario de Microelectrónica Aplicada), pertenecientes a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

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