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Pepe Suárez.

Izquierda y cristianismo

El diálogo del cristianismo con la actualidad es algo esencial y dentro de ese diálogo, el diálogo con la izquierda también lo es. Recientemente Antonio González Vieitez pudo ofrecer sus reflexiones y dialogar en la Casa de la Iglesia en una actividad de la Escuela de Formación sociopolítica y fe cristiana, un departamento del Centro teológico de nuestra diócesis. El hecho de tal diálogo es ya algo que celebrar.

En la ponencia desarrolló ideas interesantes sobre la democracia como poder del pueblo y por el pueblo, sobre equidad, bienestar, globalización y actualidad. Criticó «una globalización excluyente es aquella que globaliza el comercio del que puede pagar y las finanzas pero no los derechos de los niños».

Hizo una encendida defensa de la importancia de luchar por la verdad: «Existe la ley de la gravedad, existe la verdad científica y hay que buscar la verdad; no vale solo con respetar las opiniones». El ponente también señaló que «El poder económico no necesita la política. Es quien quiere lo nuevo quien necesita leyes justas». Recordó a Pepe Suárez y su insistencia en «el sujeto histórico».

A mi juicio lo más importante de esta ponencia no es el contenido sino el hecho mismo de la ponencia. Que un significado actor de la vida económica y política canarias, que ha sido profesor, asesor y también Diputado y Consejero del Gobierno desde convicciones de izquierda dialogue con cristianos y lo haga precisamente en la Casa de la Iglesia es importante. El mes anterior estuvo otro militante de izquierdas como es Carmelo Ramírez.

La Iglesia en general, y particularmente nuestra diócesis, acoge en su seno todo tipo de corrientes ideológicas. En esa misma reunión pudo opinar, como público asistente, Paco Zumaquero, creyente y en su día político activo en la extrema izquierda y hasta alcalde accidental de Las Palmas de GC.

Este es otro de los asuntos que van mejor que en el pasado. Durante el siglo XX no dejó de haber diálogo entre Iglesia e izquierda pero era más difícil, duro y minoritario. El diálogo con la derecha, aunque muchos no lo crean, tampoco era fácil; muchos desconocen hechos tan significativos como que el cardenal Vidal i Barraquer murió en el exilio porque Franco no le dejó regresar a España. Durante la Transición se ha generalizado una relación normal de los cristianos con todas las corrientes políticas y en ellas militan personas creyentes. Queda mucho que mejorar pero es necesario alegrarse de que la Iglesia es hoy un paraíso de libertad y encuentro, donde el diálogo es posible -y hasta fácil- y fecundo.

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