Reseteando

Diputados y trabajadores

Pleno del Parlamento de Canarias (29/03/23)

Pleno del Parlamento de Canarias (29/03/23) / Andrés Gutiérrez

Javier Durán

Javier Durán

Desde el miércoles se consumó el segmento más álgido para un diputado canario, su punto G, que es tener asegurada su nómina mientras no hace nada, cobrar indemnización y conseguir con periodicidad anual un incremento del sueldo similar al que fije el Estado para los funcionarios. Lo que realmente me extraña de la aprobación de este reglamento hedonista, que pone el broche a la X Legislatura, es que no recoja el derecho a que el motorista le lleve el sobre a casa, el bienestar más absoluto. Esta demoledora regulación proteccionista, defecada por un gobierno llamado progresista, demuestra la excelencia con la que se aplican nuestros parlamentarios en cuidar sus gallanías personales. Ante tanto calado de Ingenio para lograr la perfección más absoluta de la cartera privada, por supuesto que cayó por el sumidero la propuesta de Espino de que los remanentes de los grupos, la calderilla, se destinase a fines sociales. ¡Ah! ¿Pero hay pobres en las Islas? ¿Hay cestas de la compra imposibles? Esta jugada de ajedrez en sede parlamentaria, expresión máxima de dominación, contrasta con la circunstancia de debilidad social que se vive todas las mañanas en la Tesorería de la Seguridad Social de la calle Pérez del Toro, lugar de colas y frustraciones para cobrar el paro, la pensión o realizar el trámite, eternas esperas desde la madrugada, y vuelva usted mañana, por la falta de funcionarios y el despotismo del Ministerio correspondiente. Los diputados que se han hecho un traje fino para cubrirse los riñones, tal como se ha visto, tienen la gracia recibida del pueblo para hacer la costura lo más rápido posible, colocar los botones en el sitio adecuado, establecer la hora y el día de la detonación. Y encima nadie, ni Podemos, va a ponerse a protestar o a emitir un voto en contra de su propia despensa. Una agilidad en el tramo final que contrasta, como decía, con la parsimonia con la que se toma el Estado y la Autonomía de Torres la humillación a los trabajadores que esperan obtener un papel de la Administración. Ya no es cuestión de clases, sino más bien feudalismo.

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