Reseteando

Este agosto infernal

Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo. / M. A. MONTESINOS

Javier Durán

Javier Durán

Feijóo ha dado en el blanco al anunciar una ley que prohíba la celebración de elecciones durante el periodo veraniego, que por el camino que vamos en lo que se refiere a temperaturas podría ser a lo largo de todo el año. Por ello, me parece más adecuado una reforma legal que impida los comicios en fecha vacacional. A punto de llegar al 23J, los que todavía nos encontramos en la mina maldecimos a los que por riguroso turno chapotean en el mar o la piscina, aunque tenemos el consuelo de que con el retorno se van a tener que tragar lo que viene después del cierre de las urnas: un agosto infernal. El líder socialista y su estilo napoleónico ha hecho trizas la conciliación vacacional. Miles y miles de votantes ven solapada la tramitación del voto por correo con la caña en la barra del chiringuito o con la lectura de una novela sin pretensiones. El castigo climático, asombrosamente, no ha sido óbice para consumir masivamente los debates de los candidatos, cuando lo suyo hubiese sido una huelga de intelecto caído: no hacerles caso. Nadie ha descansado. El derecho a la desconexión ha sido vapuleado, por lo que es más que probable que los retornados vengan con las pilas cargados de crispación, deseosos de un verdadero asueto en los mares del sur, frustrados por no poder escapar de la cápsula electoral. Y les ocurrirá otro tanto de lo mismo a los que se marchan a su edén particular este agosto de pactos (o no), donde el sol ardiente reseca las neuronas y donde será difícil articular por mucho que se intente un relax ajeno al fragor del escenario que se avecina. Feijóo tiene razón: esto es imperdonable. Esta perturbación del derecho al descanso es lo más parecido a la cuba de agua que regó las calles del barrio a las tres de la madrugada. La decisión estratégica de Sánchez echa combustible al agotamiento de los españoles, espantados con los vaticinios dantescos de Abascal y sus ansias sin límite por poner las botas encima de la pirámide del Estado. No sé si vamos a superar el trance, pero está claro que este agosto se derretirán todos los polos.

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