Observatorio

Radiografía de los resultados electorales al Congreso de los Diputados

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. / EFE

Gerardo Pérez Sánchez

Gerardo Pérez Sánchez

Las Elecciones Generales del pasado 23 de julio han arrojado un resultado que deja numerosos interrogantes y dudas en lo referente a la formación de un próximo Gobierno o, en su caso, a una repetición electoral. Pero, en cualquier caso, este artículo trata de explicar dichos resultados a la luz de las normas electorales que rigen nuestro sistema (poco conocido y entendido por los votantes) y, sobre todo, si la composición final del Congreso de los Diputados supone un fiel reflejo de la voluntad de la ciudadanía al depositar sus votos en las urnas.

En las elecciones a la Cámara Baja, la circunscripción electoral es la provincia (salvo en Ceuta y en Melilla, que son ciudades autónomas). Es decir, los candidatos representan a una provincia en concreto. La determinación de cuántos diputados y diputadas se eligen por esa demarcación territorial viene fijada en nuestra Ley electoral, que asigna un mínimo de dos escaños por provincia y uno por cada Ciudad Autónoma (Ceuta y Melilla). Por tanto, al existir cincuenta provincias en España, ya se han repartido 102 diputados (100 más 2). Los 248 escaños restantes, hasta completar los 350 que forman el Congreso, se asignan atendiendo a la mayor o menor población existente, lo que da lugar al siguiente análisis:

a) Ceuta y Melilla: Al elegir un diputado cada una, el más votado se lleva el asiento en el Congreso. Funciona como un sistema electoral mayoritario. En este caso, los dos han sido representantes del Partido Popular.

b) Provincias que eligen dos diputados: Se trata únicamente de Soria, de modo que suelen ser los dos partidos más votados quienes se reparten por igual el botín electoral, dado que el primer partido tendría que doblar en votos al segundo para llevarse los dos diputados. Así, PP y PSOE se han repartido un diputado cada uno.

c) Provincias que eligen tres diputados: Son Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora. En el supuesto de que el primer partido en votos duplique en papeletas al tercero, la distribución de escaños será de dos diputados para el primer partido y uno para el segundo (así ocurrió en Ávila, Palencia, Segovia, Zamora, Cuenca, Huesca y Teruel). Si no se da esa circunstancia, los tres partidos con más apoyo popular se repartirán por igual el número de diputados a elegir (como ocurrió en Guadalajara, donde PP, PSOE y Vox lograron un escaño cada uno, pese a que el PP logró 50.712 votos y Vox 26.766).

d) Provincias que eligen cuatro diputados: Son Albacete, Álava, Burgos, Cáceres, León, Lérida, Lugo, Orense, La Rioja y Salamanca. El primer partido debería triplicar en votos al tercero para que el reparto fuera de tres diputados al primero y uno al segundo (caso de Salamanca, Orense y Lugo, con tres para el PP y uno para el PSOE) o, en su caso, que el primer y el segundo partido en votos dupliquen al tercero, para que el reparto sea de dos diputados para el primero y el segundo (caso de Albacete, Burgos, Cáceres, La Rioja y León, con dos diputados para PP y PSOE). Si el primer partido en votos no duplica al cuarto, los cuatro primeros se reparten un diputado cada uno (en el caso de Álava, pese a que el PSOE sacó 46.476 votos y el PNV 27.936, ambos consiguieron un escaño).

e) Provincias que eligen cinco diputados: Son Badajoz, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Huelva, Jaén, Navarra y Valladolid. Lo normal es que el reparto sea de dos diputados para el primer y el segundo partido en votos y uno para el tercero. Sucedió así en todos menos en Navarra. Muy significativos resultaron los casos de Badajoz y Cantabria, donde pese a que el primer partido en votos casi triplica al tercero, sólo hubo un escaño de diferencia entre ellos. En la Comunidad Foral existió casi un triple empate entre el segundo, el tercero y el cuarto partido, por lo que el PSOE se llevó dos escaños y Bildu, PP y UPN, uno cada uno.

f) Provincias que eligen seis diputados: Almería, Córdoba, Guipúzcoa, Gerona, Tarragona y Toledo. En el caso de Toledo y Almería, el reparto fue de tres escaños para el primero y dos y uno, respectivamente, para el segundo y el tercero. En Gerona y Córdoba se tradujo en dos para el primero y el segundo, y uno para el tercero y el cuarto. Más curioso ha sido el resultado en Guipúzcoa, con dos diputados para el primer, segundo y tercer partido, pese a los casi diez puntos porcentuales de diferencia entre el más votado y el tercero. Pero el más llamativo fue Tarragona, con dos escaños para el primer partido, mientras que del segundo al quinto partido se repartieron uno cada uno, pese a que el PSC casi triplica en votos a JxCat-Junts (120.482 frente a 40.593).

g) Provincias que eligen siete diputados: Asturias, Granada, Pontevedra, Santa Cruz de Tenerife y Zaragoza. En el caso de Santa Cruz de Tenerife y Pontevedra, el reparto fue de tres diputados para el primero y el segundo, y uno para el tercero. En el resto fue de tres, dos, uno y uno.

h) Provincias que eligen ocho diputados: Baleares, Vizcaya, La Coruña y Las Palmas. En los dos casos referidos al ámbito insular, el reparto fue de tres diputados para el primer y el segundo partido, y uno para el tercero. En La Coruña, cuatro para el primero, dos para el segundo y uno para el tercero y el cuarto (aunque el segundo -PSOE- casi triplica al cuarto -BNG-). En Vizcaya, los tres primeros partidos obtuvieron dos diputados cada uno, y el cuarto y el quinto, uno por cabeza. Y, si bien el primero obtuvo 163.508 votos (un 26,97%) y el quinto 66.189 (un 10,91), únicamente les separó un diputado.

i) Provincias que eligen nueve diputados: Sólo Cádiz, con un reparto de cuatro, tres, uno y uno del primero al cuarto.

j) Provincias que eligen diez o más diputados: Murcia (diez), Málaga (once), Alicante y Sevilla (doce), Valencia (dieciséis), Barcelona (treinta y dos) y Madrid (treinta y siete). Aquí los resultados son ya más proporcionales y se empieza a notar el efecto que favorece a los partidos mayoritarios de la fórmula utilizada para convertir los votos en escaños. Por ejemplo, en Valencia el PP triplica en escaños a Vox con poco más del doble de votos. O en Málaga quintuplica en escaños a Sumar, con aproximadamente el triple de votos.

Desde luego, esta forma de reparto no es un fiel reflejo de la proporcionalidad del voto emitido, pero corresponde al sistema vigente. En las circunscripciones con pocos escaños a repartir, la proporcionalidad resulta matemáticamente imposible en muchos casos. Por ello, desde numerosos sectores académicos se viene solicitando una modificación para que la circunscripción pase a ser la Comunidad Autónoma en lugar de la provincia (siendo necesaria para ello una reforma de nuestra Constitución), o para que también se cambie la fórmula matemática de conversión de votos en escaños (la denominada «fórmula D’Hondt»), a fin de mejorar la proporcionalidad de nuestro sistema electoral (en cuyo caso bastaría con reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial).

De hecho, el Consejo de Estado emitió un informe en el año 2009 donde se analizaba la necesidad de llevar a cabo una serie de reformas dirigidas a eliminar o reducir las diferencias del valor del voto derivadas de las diferencias demográficas existentes entre las distintas circunscripciones, las que persiguen incrementar la proporcionalidad del sistema y, por último, las que pretenden reforzar la relación entre electores y elegidos. Aquel informe, junto a las buenas intenciones que le acompañaban, se guardó en un cajón pero, visto lo visto, la necesidad de recuperar esas iniciativas es perentoria, pues nuestras normas electorales demuestran estar desfasadas en aspectos esenciales.

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